POR UN SÍ EXIGENTE AL SUEÑO EUROPEO
EL "NO" DEL ESTADO ESPAÑOL SERÁ UN VOTO VARIOPINTO: UNA EXTRAÑA Y CONTRADICTORIA MEZCLA DE EXPRESIONES DEL NACIONALISMO ESPAÑOL ("MORIR POR NIZA" A LO AZNAR), Y DEL NACIONALISMO RADICAL CATALÁN Y VASCO JUNTO A LA MUY IDEALÓGIZADA OPOSICIÓN DEL POSCOMUNISMO DE I.U. QUE SE ENROCA EN LA CULTURA DEL "NO A TODO."
David Hammerstein, Eurodiputado Verde .
En los tiempos que vivimos de divisiones violentas y fragmentaciones extremas, no es poca cosa el iniciar un periplo común en la región del mundo con más garantías de bienestar social y con más compromisos con la ecología planetaria, la solidaridad internacional y la paz. No podemos olvidar que la gran mayoría de las tentativas institucionales de enfrentarse con los nuevos dilemas y retos globales han salido de Europa: Kyoto, el Tribunal Penal, el Tratado de Bioseguridad, el Acuerdo sobre Minas,.... En un mundo al borde del colapso ecológico y social que tiene que sufrir otros cuatro anos más de Bush, el avance de la unidad europea, por tímido que sea, se hace más necesario que nunca.
El modesto resultado del proyecto de Constitución Europea, claro está que no se corresponde con el ideal que desearíamos Los Verdes (6% de la Eurcamara), de un modelo federal europeo con un gobierno europeo que fuera elegido directamente por los votantes y ciudadanía europea, con una separación clara de poderes y con una fácil capacidad de actuación en los campos sociales, ambientales, sociales y fiscales por encima de las políticas y leyes particulares de los territorios estatales.
Pero sin embargo, no podemos pasar por alto que hay algunos avances históricos significativos en el terreno de los derechos de ciudadanía que son un avance en relación con los marcos constitucionales de los estados. Mejora en el ámbito de la protección de los derechos de libre orientación sexual, o del reconocimiento de los animales como seres sensibles, o la opción a favor del desarrollo sostenible.
Al aumentar sustancialmente el poder de co-decisión del Parlamento Europeo en decenas de nuevas áreas hasta ahora reservadas a las decisiones multilaterales y a los acuerdos realizados a puerta secreta por parte de los gobiernos en el Consejo Europeo, no hay duda que en comparación con este presente de las instituciones comunes europeas, ganaremos más democracia, más participación y debate público, más transparencia y capacidad de decisión democráticas.
El proyecto de Constitución europea establece por la primera vez un rango e identidad jurídica para la UE que instaura la Carta de Derechos Fundamentales que, entre otros avances, elimina para siempre la pena de muerte, protege los derechos de todo tipo de minorías y establece mecanismos de democracia participativa mediante la posibilidad abierta de iniciativas legislativas populares. Tampoco cierra las puertas a la participación directa de las autonomías regionales y culturales, que deja en manos de los estados miembros, y con ello ofrece un nuevo campo de estrategia y lucha abierta en el futuro. Con estos primeros pasos y avances democráticos podremos construir y llevar a Europa más lejos y unida, incluso para corregir a las insuficiencias de este texto constitucional en el futuro.
Tendremos la gran responsabilidad de celebrar el primer referéndum del continente y su resultado marcará la pauta para la respuesta popular en otros países. Un resultado en España de fuerte apoyo ciudadano a la Constitución enviará un mensaje claro al resto de los países europeos y daría un empuje para seguir construyendo Europa después de la ratificación. En cambio, un pobre resultado con una baja participación o altos niveles de rechazo, reforzaría las opiniones antieuropeístas y euroescépticos que respaldan los partidos populistas y de extrema derecha de Europa, que optan por salidas anacrónicas e incapaces de poner mínima racionalidad y control al mundo desbocado de la globalización económica, con la idea de mantener los privilegios y el encierro particular de los estados nacionales.
La "lectura europea" del conjunto del voto del "no" (incluido el del estado español) será marcadamnte antieuropeísta y será utilizada como freno a futuras demandas federalistas europeas. La gran mayoría de la oposición europea a la Constitución en defensa del dominio de los particularismos de los estados está tajantemente contraria a cualquier nueva cesión de soberanía estatal hacía las instituciones europeas. Así, el voto del "no" sea o no la intención del elector particular irá a sumar y para reforzar a los estados actuales a costa de la construcción europea. El "no" significará estar de acuerdo con los británicos, entre otros que no quieren ni oír hablar de unas políticas fiscales o sociales comunes a nivel europeo. En conjunto, los votos del "no" de personas que se dicen europeístas o que están a favor de naciones sin estados serán enterrados bajo la avalancha de millones de euroscépticos de todos los colores, tanto de la izquierda como de la derecha.
La "lectura española" del "no" podría ser más en tener unas claves más particularistas y tacticistas. Estamos hablando de un voto negativo que será nutrido por el doble lenguaje del P.P. que busca ante todo un fracaso significativo en el referéndum europeo y para el nuevo gobierno socialista. El PP pide el "sí" por la boca pequeña pero da mensajes contrarios a su propio electorado en busca de erosionar al gobierno. Incluso algunas voces europeístas de la izquierda piden el "no" públicamente mientras su cuerpo y sus confesiones semipúblicas piden el "sí". El "no" del estado español será un voto variopinto: una extraña y contradictoria mezcla de expresiones del nacionalismo español ("morir por Niza" a lo Aznar), y del nacionalismo radical catalán y vasco junto a la muy idealógizada oposición del poscomunismo de I.U. que se enroca en la cultura del "no a todo."
En cambio, votar un "sí exigente", como defendemos Los Verdes, es optar por aprovechar constructivamente el nuevo espacio político europeo abierto a las luchas y conflictos a favor de la Europa social y ecológica que queremos. A partir de la ratificación de este texto de constitución Los Verdes europeos lanzaremos una campaña popular a favor una "primera enmienda" para avanzar más rápidamente en los campos ecológicos y sociales. Utilizaremos la capacidad de iniciativa popular europea para plantear nuevos marcos de creatividad y de presión en la acción política.
Nuestra responsabilidad histórica nos hace posicionarnos radicalmente a favor de esta nueva integración política en Europa y a pesar de las insuficiencias del texto constitucional. Votar NO a la Constitución europea, en lo real y práctico debilitaría este sueño de convergencia, y obstaculizaría el papel moderador de la Unión Europea en el peligroso escenario mundial. El jugar al muy incierto resultado de una profunda crisis europea sobre la constitución en el contexto actual, puede ser una apuesta más que temeraria a favor del más de lo mismo o del retroceso histórico.
David Hammerstein, Eurodiputado Verde .
En los tiempos que vivimos de divisiones violentas y fragmentaciones extremas, no es poca cosa el iniciar un periplo común en la región del mundo con más garantías de bienestar social y con más compromisos con la ecología planetaria, la solidaridad internacional y la paz. No podemos olvidar que la gran mayoría de las tentativas institucionales de enfrentarse con los nuevos dilemas y retos globales han salido de Europa: Kyoto, el Tribunal Penal, el Tratado de Bioseguridad, el Acuerdo sobre Minas,.... En un mundo al borde del colapso ecológico y social que tiene que sufrir otros cuatro anos más de Bush, el avance de la unidad europea, por tímido que sea, se hace más necesario que nunca.
El modesto resultado del proyecto de Constitución Europea, claro está que no se corresponde con el ideal que desearíamos Los Verdes (6% de la Eurcamara), de un modelo federal europeo con un gobierno europeo que fuera elegido directamente por los votantes y ciudadanía europea, con una separación clara de poderes y con una fácil capacidad de actuación en los campos sociales, ambientales, sociales y fiscales por encima de las políticas y leyes particulares de los territorios estatales.
Pero sin embargo, no podemos pasar por alto que hay algunos avances históricos significativos en el terreno de los derechos de ciudadanía que son un avance en relación con los marcos constitucionales de los estados. Mejora en el ámbito de la protección de los derechos de libre orientación sexual, o del reconocimiento de los animales como seres sensibles, o la opción a favor del desarrollo sostenible.
Al aumentar sustancialmente el poder de co-decisión del Parlamento Europeo en decenas de nuevas áreas hasta ahora reservadas a las decisiones multilaterales y a los acuerdos realizados a puerta secreta por parte de los gobiernos en el Consejo Europeo, no hay duda que en comparación con este presente de las instituciones comunes europeas, ganaremos más democracia, más participación y debate público, más transparencia y capacidad de decisión democráticas.
El proyecto de Constitución europea establece por la primera vez un rango e identidad jurídica para la UE que instaura la Carta de Derechos Fundamentales que, entre otros avances, elimina para siempre la pena de muerte, protege los derechos de todo tipo de minorías y establece mecanismos de democracia participativa mediante la posibilidad abierta de iniciativas legislativas populares. Tampoco cierra las puertas a la participación directa de las autonomías regionales y culturales, que deja en manos de los estados miembros, y con ello ofrece un nuevo campo de estrategia y lucha abierta en el futuro. Con estos primeros pasos y avances democráticos podremos construir y llevar a Europa más lejos y unida, incluso para corregir a las insuficiencias de este texto constitucional en el futuro.
Tendremos la gran responsabilidad de celebrar el primer referéndum del continente y su resultado marcará la pauta para la respuesta popular en otros países. Un resultado en España de fuerte apoyo ciudadano a la Constitución enviará un mensaje claro al resto de los países europeos y daría un empuje para seguir construyendo Europa después de la ratificación. En cambio, un pobre resultado con una baja participación o altos niveles de rechazo, reforzaría las opiniones antieuropeístas y euroescépticos que respaldan los partidos populistas y de extrema derecha de Europa, que optan por salidas anacrónicas e incapaces de poner mínima racionalidad y control al mundo desbocado de la globalización económica, con la idea de mantener los privilegios y el encierro particular de los estados nacionales.
La "lectura europea" del conjunto del voto del "no" (incluido el del estado español) será marcadamnte antieuropeísta y será utilizada como freno a futuras demandas federalistas europeas. La gran mayoría de la oposición europea a la Constitución en defensa del dominio de los particularismos de los estados está tajantemente contraria a cualquier nueva cesión de soberanía estatal hacía las instituciones europeas. Así, el voto del "no" sea o no la intención del elector particular irá a sumar y para reforzar a los estados actuales a costa de la construcción europea. El "no" significará estar de acuerdo con los británicos, entre otros que no quieren ni oír hablar de unas políticas fiscales o sociales comunes a nivel europeo. En conjunto, los votos del "no" de personas que se dicen europeístas o que están a favor de naciones sin estados serán enterrados bajo la avalancha de millones de euroscépticos de todos los colores, tanto de la izquierda como de la derecha.
La "lectura española" del "no" podría ser más en tener unas claves más particularistas y tacticistas. Estamos hablando de un voto negativo que será nutrido por el doble lenguaje del P.P. que busca ante todo un fracaso significativo en el referéndum europeo y para el nuevo gobierno socialista. El PP pide el "sí" por la boca pequeña pero da mensajes contrarios a su propio electorado en busca de erosionar al gobierno. Incluso algunas voces europeístas de la izquierda piden el "no" públicamente mientras su cuerpo y sus confesiones semipúblicas piden el "sí". El "no" del estado español será un voto variopinto: una extraña y contradictoria mezcla de expresiones del nacionalismo español ("morir por Niza" a lo Aznar), y del nacionalismo radical catalán y vasco junto a la muy idealógizada oposición del poscomunismo de I.U. que se enroca en la cultura del "no a todo."
En cambio, votar un "sí exigente", como defendemos Los Verdes, es optar por aprovechar constructivamente el nuevo espacio político europeo abierto a las luchas y conflictos a favor de la Europa social y ecológica que queremos. A partir de la ratificación de este texto de constitución Los Verdes europeos lanzaremos una campaña popular a favor una "primera enmienda" para avanzar más rápidamente en los campos ecológicos y sociales. Utilizaremos la capacidad de iniciativa popular europea para plantear nuevos marcos de creatividad y de presión en la acción política.
Nuestra responsabilidad histórica nos hace posicionarnos radicalmente a favor de esta nueva integración política en Europa y a pesar de las insuficiencias del texto constitucional. Votar NO a la Constitución europea, en lo real y práctico debilitaría este sueño de convergencia, y obstaculizaría el papel moderador de la Unión Europea en el peligroso escenario mundial. El jugar al muy incierto resultado de una profunda crisis europea sobre la constitución en el contexto actual, puede ser una apuesta más que temeraria a favor del más de lo mismo o del retroceso histórico.
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