REFLEXIONES VERDES SOBRE EL NO FRANCÉS
LOS VERDES ANTE EL NO FRANCES A LA CONSTITUCION EUROPEA
Bruno Estrada
Co-portavoz de Los Verdes en Madrid
Los Verdes lamentan el resultado del referéndum francés sobre la Constitución Europea, ya que supone un obstáculo importante, pero no insalvable, en el proceso de ratificación de la Constitución Europea.
La Constitución Europea supone el primer experimento político, en la historia de la humanidad, de cesión democrática de soberanía desde los estados nacionales a entidades supranacionales con el doble objetivo de:
Defender mejor los derechos ciudadanos de estos países en un proceso de globalización que actualmente afecta fundamentalmente a la economía.
Diseñar un modelo de globalización democrática, alternativo al propuesto por los EE.UU. que esta basado en la unipolaridad.
En este sentido el voto mayoritario de los franceses supondrá, frente a lo que muchos de ellos han pensado a la hora de emitir su voto negativo, que sus conquistas sociales y medioambientales serán más frágiles. La principal razón dada por los votantes franceses del no, un 46%, ha sido "que la Constitución Europea iba a empeorar el paro en Francia", desgraciadamente el que los nuevos países de la ampliación no lleguen a incorporar la Carta de Derechos Fundamentales, recogida en la Constitución Europea, a su ordenamiento jurídico solo puede suponer una mayor competencia en términos de dumping social y medioambiental.
Del mismo modo, el que los nuevos países de la ampliación incorporen lo más rápidamente posible el conjunto de la legislación social y medioambiental comunitaria, y la ampliación de la Unión Europea a Rumania, Bulgaria, Turquía, y, ¿porque no?, a países del Norte de Africa y de la antigua Unión Soviética, es el mejor antídoto para evitar que se incrementen los procesos de deslocalización, y de rebaja de las condiciones sociales y medioambientales. Parte importante del voto negativo francés a la Constitución Europa ha sido un voto del miedo, y cuando se actúa guiado por el miedo lo más fácil es tomar decisiones equivocadas.
Los franceses deberían mirar más a los problemas de su propia economía, con un alto volumen de estabilización, antes de hacer a otros culpables de sus errores.
La segunda razón esgrimida, un 40%, ha sido "para expresar cansancio por la situación actual", lo que indudablemente remite a la propia situación política francesa, y en ningún caso a la propia Constitución Europea. En este sentido es lamentable que, ante una decisión que involucra a cuatrocientos millones de personas, muchos franceses hayan decidido votar en clave interna, evidentemente no es un ejemplo de "grandeur". La propuesta realizada por Los Verdes Europeos, y no aceptada por el resto de los otros grupos en el Parlamento Europeo, de que los referenda se hubieran realizado simultáneamente en todos los países de la Unión, indudablemente hubiera restado influencia a los factores internos a la hora de decidir el voto.
No obstante esta razón lo que demuestra es que el sistema de representación francés no funciona correctamente, ya que el sistema electoral de circunscripciones unipersobales a dos vueltas restringe en el Parlamento francés la pluralidad política francesa, y esa pluralidad no representada en las instituciones, en muchos casos radicalmente divergent, por un lado están los neofacistas de Le Pen y por otro lado los troskistas, ha decidido unirse en un voto de castigo irreflexivo sobre sus consecuencias fuera de Francia.
El tercer argumento, en la encuesta podían elegirse varias razones, que suscribe un 35% de los votantes del no, obedece a posiciones netamente progresistas, "el no permitirá renegociar la Constitución Europea". Pero conjuga una ingenuidad política, desligada de la relación de fuerzas que existe en Europa, con un excesiva confianza en el papel de Francia en Europa, que como mínimo puede calificarse de imprudente.
Ya que, en primer lugar, el voto no francés es incapaz de gestionar su victoria, o es que acaso los troskistas, los fascistas de Le Pen, los comunistas y los socialistas cabreados con Chirac van a ser capaces de presentar conjuntamente propuestas para renegociar la Constitución Europea. Pero es que además no tiene en cuenta que Francia es solo un actor, importante si, pero uno de 25, cuya población no supone más del 15% de la Unión Europea, y que las perspectivas políticas en Europa con una Alemania gobernada por la derecha, no son favorables a un proceso de integración político y social, sino a la profundización de la integración económica sin arquitectura política capaz de regularla, lo que inclina la balanza en contra de los trabajadores y la protección medioambiental.
El miedo, el cabreo irreflexivo, la ingenuidad política junto a un excesivo orgullo nacional se han conjugado para ofrecernos lo peor de Francia: ,libertad, igualdad y fraternidad si, pero solo dentro de sus fronteras.
Frente a esa visión, Los Verdes tenemos que seguir insistiendo en que los valores de la nueva izquierda emergente, que representamos, se deben construir a partir de que los derechos ciudadanos logrados en nuestros países desarrollados se extiendan a aquellos países con menores niveles de desarrollo, para que hagamos un planeta más justo para, y entre, todos; y en que la radicalidad democrática debe estar firmemente unida a la responsabilidad sobre los efectos de nuestros actos.
Porque, desde la experiencia de nuestras luchas medioambientales, nunca podremos compartir esa idea, propia de una izquierda caduca, "de que cuanto peor, mejor". El crecimiento económico incontrolado esta poniendo en peligro la sostenibilidad ecológica de nuestro planeta y para hacer frente a ello necesitamos hoy, más que nunca, una Europa políticamente fuerte que defienda el Protocolo de Kyoto frente a EE.UU. y China, que apueste por una aceleración de la transición energetica hacia energias renovables y no contaminantes antes de que el agotamiento del petroleo barato incremente exponencialmente la inseguridad en el planeta y una lucha despiadada por unos recursos cada vez más escasos y más caros.
Por ello Los Verdes confiamos en que, despejados los elementos internos ajenos al sentido de la consulta, los franceses renueven su tradicional compromiso europeista en un próximo referéndum, desde el realismo de su papel en Europa y la coherencia con su tradición republicana de extensión de la libertad, igualdad y fraternidad a todos los ciudadanos del mundo, a la que en el siglo XXI hay que añadir la sostenibilidad ecológica.
Bruno Estrada
Co-portavoz de Los Verdes en Madrid
LA UNIÓN EUROPEA Y LA DEMOCRACIA
Sergio Barrera, PARTIDO VERDE CANARIO DE TENERIFE.
Creo que hay que consensuar a nivel de la unión europea un sistema de elección que sirva para procesos como este, pues de manera ingenua se dejó correr a la forma que cada estado lo determinará y los resultados nos indican que se debe trabajar más este proceso pues hay que someter a la aprobación otras dispoosiciones legales o reglamentos que se requieren para evitar la parálisis y como se expresó bien, urge tomar acciones más rápidas para frenar los efectos ambientales que se nos avecinan. No estoy de acuerdo con las declaraciones de Barroso y otros que dicen que la constitución ya nos es posible hacerle mejoras, y la prueba está en que hay mucha desconfianza.
La Unión Europea debe ser el ejemplo de la más pura democracia y proceso civilizador.
Sergio Barrera
Bruno Estrada
Co-portavoz de Los Verdes en Madrid
Los Verdes lamentan el resultado del referéndum francés sobre la Constitución Europea, ya que supone un obstáculo importante, pero no insalvable, en el proceso de ratificación de la Constitución Europea.
La Constitución Europea supone el primer experimento político, en la historia de la humanidad, de cesión democrática de soberanía desde los estados nacionales a entidades supranacionales con el doble objetivo de:
Defender mejor los derechos ciudadanos de estos países en un proceso de globalización que actualmente afecta fundamentalmente a la economía.
Diseñar un modelo de globalización democrática, alternativo al propuesto por los EE.UU. que esta basado en la unipolaridad.
En este sentido el voto mayoritario de los franceses supondrá, frente a lo que muchos de ellos han pensado a la hora de emitir su voto negativo, que sus conquistas sociales y medioambientales serán más frágiles. La principal razón dada por los votantes franceses del no, un 46%, ha sido "que la Constitución Europea iba a empeorar el paro en Francia", desgraciadamente el que los nuevos países de la ampliación no lleguen a incorporar la Carta de Derechos Fundamentales, recogida en la Constitución Europea, a su ordenamiento jurídico solo puede suponer una mayor competencia en términos de dumping social y medioambiental.
Del mismo modo, el que los nuevos países de la ampliación incorporen lo más rápidamente posible el conjunto de la legislación social y medioambiental comunitaria, y la ampliación de la Unión Europea a Rumania, Bulgaria, Turquía, y, ¿porque no?, a países del Norte de Africa y de la antigua Unión Soviética, es el mejor antídoto para evitar que se incrementen los procesos de deslocalización, y de rebaja de las condiciones sociales y medioambientales. Parte importante del voto negativo francés a la Constitución Europa ha sido un voto del miedo, y cuando se actúa guiado por el miedo lo más fácil es tomar decisiones equivocadas.
Los franceses deberían mirar más a los problemas de su propia economía, con un alto volumen de estabilización, antes de hacer a otros culpables de sus errores.
La segunda razón esgrimida, un 40%, ha sido "para expresar cansancio por la situación actual", lo que indudablemente remite a la propia situación política francesa, y en ningún caso a la propia Constitución Europea. En este sentido es lamentable que, ante una decisión que involucra a cuatrocientos millones de personas, muchos franceses hayan decidido votar en clave interna, evidentemente no es un ejemplo de "grandeur". La propuesta realizada por Los Verdes Europeos, y no aceptada por el resto de los otros grupos en el Parlamento Europeo, de que los referenda se hubieran realizado simultáneamente en todos los países de la Unión, indudablemente hubiera restado influencia a los factores internos a la hora de decidir el voto.
No obstante esta razón lo que demuestra es que el sistema de representación francés no funciona correctamente, ya que el sistema electoral de circunscripciones unipersobales a dos vueltas restringe en el Parlamento francés la pluralidad política francesa, y esa pluralidad no representada en las instituciones, en muchos casos radicalmente divergent, por un lado están los neofacistas de Le Pen y por otro lado los troskistas, ha decidido unirse en un voto de castigo irreflexivo sobre sus consecuencias fuera de Francia.
El tercer argumento, en la encuesta podían elegirse varias razones, que suscribe un 35% de los votantes del no, obedece a posiciones netamente progresistas, "el no permitirá renegociar la Constitución Europea". Pero conjuga una ingenuidad política, desligada de la relación de fuerzas que existe en Europa, con un excesiva confianza en el papel de Francia en Europa, que como mínimo puede calificarse de imprudente.
Ya que, en primer lugar, el voto no francés es incapaz de gestionar su victoria, o es que acaso los troskistas, los fascistas de Le Pen, los comunistas y los socialistas cabreados con Chirac van a ser capaces de presentar conjuntamente propuestas para renegociar la Constitución Europea. Pero es que además no tiene en cuenta que Francia es solo un actor, importante si, pero uno de 25, cuya población no supone más del 15% de la Unión Europea, y que las perspectivas políticas en Europa con una Alemania gobernada por la derecha, no son favorables a un proceso de integración político y social, sino a la profundización de la integración económica sin arquitectura política capaz de regularla, lo que inclina la balanza en contra de los trabajadores y la protección medioambiental.
El miedo, el cabreo irreflexivo, la ingenuidad política junto a un excesivo orgullo nacional se han conjugado para ofrecernos lo peor de Francia: ,libertad, igualdad y fraternidad si, pero solo dentro de sus fronteras.
Frente a esa visión, Los Verdes tenemos que seguir insistiendo en que los valores de la nueva izquierda emergente, que representamos, se deben construir a partir de que los derechos ciudadanos logrados en nuestros países desarrollados se extiendan a aquellos países con menores niveles de desarrollo, para que hagamos un planeta más justo para, y entre, todos; y en que la radicalidad democrática debe estar firmemente unida a la responsabilidad sobre los efectos de nuestros actos.
Porque, desde la experiencia de nuestras luchas medioambientales, nunca podremos compartir esa idea, propia de una izquierda caduca, "de que cuanto peor, mejor". El crecimiento económico incontrolado esta poniendo en peligro la sostenibilidad ecológica de nuestro planeta y para hacer frente a ello necesitamos hoy, más que nunca, una Europa políticamente fuerte que defienda el Protocolo de Kyoto frente a EE.UU. y China, que apueste por una aceleración de la transición energetica hacia energias renovables y no contaminantes antes de que el agotamiento del petroleo barato incremente exponencialmente la inseguridad en el planeta y una lucha despiadada por unos recursos cada vez más escasos y más caros.
Por ello Los Verdes confiamos en que, despejados los elementos internos ajenos al sentido de la consulta, los franceses renueven su tradicional compromiso europeista en un próximo referéndum, desde el realismo de su papel en Europa y la coherencia con su tradición republicana de extensión de la libertad, igualdad y fraternidad a todos los ciudadanos del mundo, a la que en el siglo XXI hay que añadir la sostenibilidad ecológica.
Bruno Estrada
Co-portavoz de Los Verdes en Madrid
LA UNIÓN EUROPEA Y LA DEMOCRACIA
Sergio Barrera, PARTIDO VERDE CANARIO DE TENERIFE.
Creo que hay que consensuar a nivel de la unión europea un sistema de elección que sirva para procesos como este, pues de manera ingenua se dejó correr a la forma que cada estado lo determinará y los resultados nos indican que se debe trabajar más este proceso pues hay que someter a la aprobación otras dispoosiciones legales o reglamentos que se requieren para evitar la parálisis y como se expresó bien, urge tomar acciones más rápidas para frenar los efectos ambientales que se nos avecinan. No estoy de acuerdo con las declaraciones de Barroso y otros que dicen que la constitución ya nos es posible hacerle mejoras, y la prueba está en que hay mucha desconfianza.
La Unión Europea debe ser el ejemplo de la más pura democracia y proceso civilizador.
Sergio Barrera
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