BOLARDOS EN EL MONTE
BOLARDOS EN EL MONTE
Amalia Bosch Benítez, Concejal Los Verdes del Ayuntamiento de Santa Brígida.
El viernes, con mucho celo y premura, los operarios de alguna institución insular, sembraron de bolardos todo el margen de la carretera general a su paso por el Monte. Los motivos están claros: hace unos años se autorizó un aparcamiento privado con la condición de que se retiraran los aparcamientos del borde de la carretera. Eso está firmado y sellado por la autoridad competente hace ya unos dos años. La cuestión es por una parte la legalidad, puesto que uno se debe preguntar cómo es que el Cabildo decide autorizar un aparcamiento que se come el arcén público, que no respeta la distancia al eje de la carretera y todo eso lo hace a favor de un supuesto bien colectivo que en realidad se concreta con una actuación privada, porque no existe convenio de gestión mixta entre el constructor y el ayuntamiento. Es decir, ¿por qué se le permite a un particular invadir espacio público si la colectividad no obtiene nada a cambio? Máxime cuando ni siquiera se han respetado los términos en los que se firmó el convenio entre el empresario y el ayuntamiento. Quiero recordar desde estas líneas, que Los Verdes hemos denunciado en repetidas ocasiones, al igual que el resto de partidos de la oposición la situación de posible ilegalidad en la que se encuentra el parking, sin que hasta el momento se nos haya dado respuesta a nuestras peticiones.
Eso en cuanto a la legalidad pero también me planteo si realmente había necesidad de colocar bolardos en la carretera general. Todo empezó hace más tiempo, cuando se diseñó una acera de color rosa y unos palos de los que debían colgar geranios. En algunas partes de la carretera se respetaron los aparcamientos en batería, como ocurre entre Padre Anchieta y Fernando Guanarteme, pero justamente delante de la fachada del hotel se eliminaron todos los aparcamientos. Desde nuestro punto de vista, no tiene sentido que en El Monte ni en La Atalaya ni en toda Santa Brígida, se apliquen recetas que no tienen en cuenta lo peculiar de nuestra orografía. La carretera general no es un sitio por el que la gente pasee, sino que la gente se desplaza, realiza sus compras y regresa a sus casas. Casas que normalmente son chalés situados bien en el fondo de un barranco, bien en la ladera de un monte y no es presentable que vayan a hacer la compra a pie y vuelvan cargados. Por eso el Monte, se llama así monte y La Atalaya así atalaya. Todo lo que no sea tener en cuenta las características especiales de un núcleo municipal disperso en una geografía accidentada, será actuar contra los derechos y la calidad de vida de los ciudadanos. Lo que se ha hecho en EL Monte, digámoslo con toda claridad ha sido favorecer a un solo ciudadano: el dueño del parking. Y todo comenzó cuando se ejecutaron aceras contra los coches en el interior del Monte. Hoy, saben ustedes, los coches siguen sin aparcar en el parking. Todos enrabietados huyen del pago y los tengo todos aparcaditos, sábados, domingos y días de entre semana en el callejón de casa de mis padres. Eso es el resultado de una actuación hecha en contra de los vecinos del barrio. Hay maneras de arreglar este desaguisado, pero no hay voluntad y la verdad me estoy planteando poner una barrera delante del callejón y cobrar a cada coche que entre, porque si el del parking pudo invadir espacio público para su negocio privado, ¿porqué no puedo hacerlo yo?
Amalia Bosch Benítez
Concejal de Los Verdes
Amalia Bosch Benítez, Concejal Los Verdes del Ayuntamiento de Santa Brígida.
El viernes, con mucho celo y premura, los operarios de alguna institución insular, sembraron de bolardos todo el margen de la carretera general a su paso por el Monte. Los motivos están claros: hace unos años se autorizó un aparcamiento privado con la condición de que se retiraran los aparcamientos del borde de la carretera. Eso está firmado y sellado por la autoridad competente hace ya unos dos años. La cuestión es por una parte la legalidad, puesto que uno se debe preguntar cómo es que el Cabildo decide autorizar un aparcamiento que se come el arcén público, que no respeta la distancia al eje de la carretera y todo eso lo hace a favor de un supuesto bien colectivo que en realidad se concreta con una actuación privada, porque no existe convenio de gestión mixta entre el constructor y el ayuntamiento. Es decir, ¿por qué se le permite a un particular invadir espacio público si la colectividad no obtiene nada a cambio? Máxime cuando ni siquiera se han respetado los términos en los que se firmó el convenio entre el empresario y el ayuntamiento. Quiero recordar desde estas líneas, que Los Verdes hemos denunciado en repetidas ocasiones, al igual que el resto de partidos de la oposición la situación de posible ilegalidad en la que se encuentra el parking, sin que hasta el momento se nos haya dado respuesta a nuestras peticiones.
Eso en cuanto a la legalidad pero también me planteo si realmente había necesidad de colocar bolardos en la carretera general. Todo empezó hace más tiempo, cuando se diseñó una acera de color rosa y unos palos de los que debían colgar geranios. En algunas partes de la carretera se respetaron los aparcamientos en batería, como ocurre entre Padre Anchieta y Fernando Guanarteme, pero justamente delante de la fachada del hotel se eliminaron todos los aparcamientos. Desde nuestro punto de vista, no tiene sentido que en El Monte ni en La Atalaya ni en toda Santa Brígida, se apliquen recetas que no tienen en cuenta lo peculiar de nuestra orografía. La carretera general no es un sitio por el que la gente pasee, sino que la gente se desplaza, realiza sus compras y regresa a sus casas. Casas que normalmente son chalés situados bien en el fondo de un barranco, bien en la ladera de un monte y no es presentable que vayan a hacer la compra a pie y vuelvan cargados. Por eso el Monte, se llama así monte y La Atalaya así atalaya. Todo lo que no sea tener en cuenta las características especiales de un núcleo municipal disperso en una geografía accidentada, será actuar contra los derechos y la calidad de vida de los ciudadanos. Lo que se ha hecho en EL Monte, digámoslo con toda claridad ha sido favorecer a un solo ciudadano: el dueño del parking. Y todo comenzó cuando se ejecutaron aceras contra los coches en el interior del Monte. Hoy, saben ustedes, los coches siguen sin aparcar en el parking. Todos enrabietados huyen del pago y los tengo todos aparcaditos, sábados, domingos y días de entre semana en el callejón de casa de mis padres. Eso es el resultado de una actuación hecha en contra de los vecinos del barrio. Hay maneras de arreglar este desaguisado, pero no hay voluntad y la verdad me estoy planteando poner una barrera delante del callejón y cobrar a cada coche que entre, porque si el del parking pudo invadir espacio público para su negocio privado, ¿porqué no puedo hacerlo yo?
Amalia Bosch Benítez
Concejal de Los Verdes
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