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LADRAN, LUEGO CABALGAMOS

LADRAN, LUEGO CABALGAMOS LA ALDEA
Pérez acusa a Los Verdes de no conocer el proyecto de la vía con Agaete
G.S. LA ALDEA

El alcalde de La Aldea de San Nicolás, Tomás Pérez, ha rechazado las declaraciones vertidas por dirigentes del Partido Verde Canario, en las que proponen la creación de una línea marítima para mercancías y pasajeros y mejorar la actual carretera como alternativa a la construcción de la nueva vía que unirá Agaete con La Aldea.
El primer edil resaltó la importancia que tiene la nueva vía para la seguridad de la gente que transita por la actual carretera a diario, señalando que la misma se planifica y se hace desde el punto de vista de la necesidad de la población, «no sólo para los vecinos sino para el conjunto de la Isla. Un proyecto que respeta la naturaleza, que ha buscado un trazado que cuenta con el consenso de las diferentes instituciones que tienen que ver con el proyecto y con el Patronato de Espacios Naturales, por lo que reúne todos los condicionantes para ser respetuoso con el medio ambiente».

1 comentario

José Sánchez -

La noticia del proyecto de la nueva carretera entre La Aldea y Agaete es un "plato" de difícil digestión. Se trataría de uno de los atentados ecológicos más tremendos que ha conocido nuestra sufrida isla. Es inconcebible una vía de esas características, absolutamente desproporcionada, como no sea como un primer paso -ya se ha apuntado- a nuevos proyectos urbanísticos en el área suroeste de Gran Canaria. Si el Puerto de Agaete arruinó por completo la mejor marina de Gran Canaria, esta nueva vía supondría la puntilla definitiva a una zona que es, probablemente, la de mayor belleza de la isla: estamos hablando de la Reserva natural de Tamadaba. ¿Se imaginan ustedes el destrozo, el impacto visual que causarían esos gigantescos viaductos sobre dicha zona? Es para echarse a temblar, pero por lo que se ve la capacidad de movilización en nuestra isla ante estas amenazas parece nula. Cualquier esfuerzo para evitar esta obra verdaderamente criminal será poco. No pierdo la esperanza de que esta locura no se consume. De lo contrario, Gran Canaria perdería uno de sus últimos, puede que el más importante, de sus reductos naturales y paisajísticos. No podemos permitírnoslo.