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EL PARLAMENTO QUE NUNCA EXISTIO

EL PARLAMENTO QUE NUNCA EXISTIO El Parlamento que nunca existió
Agapito de Cruz Franco

El enfermo, está más grave de lo que parecía. Desde aquella Iniciativa Legislativa Popular (ILP) de El Rincón (La Orotava) no he vuelto a sentir predilección por las ILPs. No creo en la burocracia, ni en ese fracaso del sistema y a la vez fraude social que son las ILPs. Porque, si después del historial habido (Hospital Público del Sur-Suroeste, defensa de los animales, Veneguera o Malpaís de Güímar, entre otras en Canarias, y, en el ámbito del Estado, la ILP antinuclear, entre varias más, o la que en Aragón sus promotores -sindicatos y grupos ecologistas- acabaron retirando ante la maniobra de los partidos para inutilizarla) a alguien le queda algo de fe en el gobiernodelasoficinas, puede que termine canonizado y a más velocidad aún que la del santo más rápido de la historia, el señor Escrivá de Balaguer.

Opús-culos aparte, que es en lo que deriva siempre al final la democracia de opereta, lo acontecido el 13-E (justo el Día de Fin de Año de la cultura amazigh*, que celebra su año 2955), es algo común y no hay porqué escandalizarse .Común, no normal. Que todo un Parlamento abra el Carnaval está dentro de lo habitual en esta incultura democrática. Me da que Carlinhos Brown estaba en el sitio equivocado y sus señorías en el propio de la fiesta del disfraz.

El rechazo parlamentario con los votos de Coalición Canaria (CC) y Partido Popular (PP) a la tramitación de la ILP a favor de la Reserva Natural Especial del Litoral Noreste de Granadilla de Abona ha debido alegrar al Partido Socialista Canario (PSC-PSOE), que aparentemente se quedan como los buenos de la película, aunque con la conciencia social ya existente de nada les va a servir porque, a estas alturas, a nadie engañan. En caso de que la ILP hubiera sido debatida, hubiera sucedido como todas las anteriores: la habrían retocado para que, en este caso, no afectara al proyecto del Puerto o, si me apuran, hacer lo propio que con la de El Rincón, es decir, una enmienda a la totalidad y lo que iba a ser un suelo agrícola protegido terminar en un espacio abierto al turismo con ley especial incluida. Aquella vez el responsable fue el PSOE cuando gobernaba con CC y el resto o la apoyó o se abstuvo. Ahora, habría ocurrido más o menos parecido y la habrían recompuesto todos a su gusto. Pero lo que es inconcebible, el colmo de los colmos, es que ni se permita ya debatir una iniciativa de la ciudadanía.

Al final, esto de la burocracia es como las dictaduras militares: si hay una rebelión ciudadana, primero se saca la policía; si ésta no da abasto se llama al Ejército, y si la cosa no tiene visos de solucionarse un buen número de tanques por las calles y a callar todo el mundo. Con esa jaula de hierro con que Max Weber definía a la burocracia -porque no me digan que esto es una democracia, que no se lo cree ni el que asó la manteca- sucede igual: primero se intenta el rechazo inmediato; si funciona pues vale; si hay que debatir algo, se hace el paripé, se debate, se enmienda y santas pascuas. Que la cosa parece que les supera, se larga un decreto, como el caso de Veneguera, o se pone en escena que el proyecto -en este caso portuario- es de interés público y saltamos por encima de todas las leyes e ILPs habidas y por haber.

La enfermedad de la clase política canaria se podría llamar “cleptomanía compulsiva”, aunque también “esquizofrenia electoral”. Elaboran un discurso y ejecutan otro diferente. Dicen ser partidos políticos y en realidad son delegaciones de fuertes intereses empresariales e incluso de multinacionales. Amenazan con que representan al ciudadano y paradójicamente ni le preguntan ni están a su disposición. Se han transformado en entes de poder, cosificado en estructuras burocráticas legales que cuecen sus chanchullos entre bastidores y de espaldas al pueblo. Han transformado el Parlamento en un Chat-lamento y, visto lo visto, podríamos ahorrarnos muchos euros, si, recurriendo a las reglas de la proporcionalidad, elimináramos los 200 ó 300 parlamentarios (ni sé el número ni me interesa) y los dejáramos en 2 ó 3.Total, en el recuento de votos, proporcionalmente va a salir lo mismo y, dado que no les interesa debatir las leyes, pues que se pongan a trabajar y a producir para este país.

La grave crisis de representatividad va íntrínsecamente unida a la fractura social que vive Canarias tras el período en que la calle es ocupada por los ciudadanos: Valleseco, centrales térmicas, vía de ronda, Malpaso, Veneguera, Las Teresitas, Taguluche, Berrugo, Tindaya, el istmo de Las Palmas de Gran Canaria, El Bosquito de La Orotava, Vilaflor, Radar de Anaga, Autopistas, PIRS, Hospital Público, Puerto Industrial, Plan Territorial Especial… y en donde no hace falta ser muy sociólogo ni muy especialista para darse cuenta que en este país la sociedad va por un lado y los políticos por otro, y, además, en líneas divergentes que no auguran nada bueno. Estamos viviendo una auténtica revolución silenciada desde hace mucho tiempo, donde las élites dominantes en estas islas (y sus adláteres en los campos de la comunicación y la vida electoral) están siendo superadas por una sociedad que ya no es la de la transición democrática y que no acepta la política de tierra batida de todos estos coleópteros.

Lo que está en cuestión es nada más y nada menos que el principio de representatividad política. Dice la filósofa y socióloga María José Aubet que en esta democracia “se está asistiendo al progresivo secuestro y monopolización de la soberanía popular por un puñado de plutócratas, donde, con un simple gesto ante las urnas, se otorga al partido ganador gran parte del poder legislativo, el poder ejecutivo y el control de la administración, mediante la práctica del amiguismo y del clientelismo”. En resumen, que no-nos-re-pre-sen-tan. Que el problema no es que gane tal o cual partido, o que se quiten unos para ponerse otros, o que se inventen nuevos. No.

El problema es el propio sistema. Como se dijo en el Manifiesto Ciudadano leído al final de la Manifestación de Vilaflor: “Nosotros y nosotras, ciudadanos y ciudadanas, hemos decidido tomar parte en la toma de decisiones públicas. A partir de hoy, la democracia de papeleta cada cuatro años debe dar paso a la verdadera, a la de la participación ciudadana con los ciudadanos/as como actores de primera fila. Nuestro Movimiento Ciudadano, se constituye hoy, como un actor social y político porque nuestros representantes no nos representan. Es pues necesario dar la voz y la palabra al pueblo canario en defensa de la naturaleza y de la sociedad para poner en práctica una nueva acción solidaria, común y ciudadana, capaz de elevar los valores más profundos de la democracia”. Queremos decidir por nosotros mismos y nosotras mismas. Sin in-ter-me-dia-rios.

La solución la tiene el pueblo y no esferas institucionales y burocráticas. A ver si nos enteramos de que la participación ciudadana debe ser participación. Pero ciudadana. Y a ver si se les mete también en la cabeza a esta casta de parlamentarios autistas, que aquí, quien manda, es el pueblo. Sólo que sus señorías de CC-PSOE-PP no saben ya qué es …ni el pueblo, ni el Parlamento…

* Amazigh: cultura y pueblos originarios del norte de África y extendidos por Canarias y sur de la Europa mediterránea, comúnmente llamados bereberes e históricamente reprimidos por el colonialismo árabe, musulmán, europeo y cristiano.

Fuente://www.canariasahora.com/ceconomia/opinion/editar_opinion.asp?idopinion=264

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