SI A LA CONSTITUCION DESDE LA POLITICA VERDE
El SÍ a la constitución europea desde la política verde
El radicalismo pragmático del SÍ a la Constitución
AUTORA: Mara Cabrejas
La posición de la mayoría de los partidos verdes europeos y del Grupo Verde del Parlamento de Bruselas es a favor del SÍ al proyecto constitucional europeo.Avanzar en la unidad supranacional europea está en continuidad con nuestros principios y nuestro programa verde de "urgente" cambio social.
Además, se trata de tener en cuenta la siguiente apreciación contextualizadora: que histórica y sociológicamente el NO a la constitución en el actual momento, carece de documento costitucional alternativo, carece de posibilidad real de ser interpretado como fuerzas "progresistas federalistas" de la ciudadanía europea a favor del proyecto supranacional y la unión política europea. Por tanto, no hay un agente histórico real europeo que lo pueda impulsar hacia adelante.
Sencillamente, el debate real y su única dimensión práctica-política posible está sólo entre dos únicas salidas posibles: las tímidas reformas representadas por el texto a votar, o el más de lo mismo actual o el fortalecimiento regresivo de los estados.
Aunque coincidimos con muchas de las críticas a las grandes insuficiencias del borrador constitucional, mantenemos nuestra posición en el SÍ , porque ES INFINITAMENTE MEJOR que DEFENDER EL NO debido a que este significa dar un apoyo en lo fáctico-real al freno europeo y a LA ACTUAL EUROPA DE LOS ESTADOS (la Europa de NIZA y de Aznar), ya que esta es la única alternativa que hay sobre la mesa contra el borrador constitucional.
El NO defendido por las fuerzas políticas de la vieja izquierda y algunos sectores nacionalistas en el territorio español, juega exclusivamente en el campo del debate cultural y en el terreno exclusivo de las ideas. No apuesta por el cambio posible y real, aunque sólo sean unos pasos hacia la Europa que queremos. Alimenta enormemente la confusión social porque oculta sistemáticamente que no hay fuerzas históricas progresistas o ciudadanía europea que en este momento puedan impulsarlo, ni tampoco hay un documento alternativo mejor sobre la mesa. Las unicas fuerzas sociales progresistas que hay en juego, son las que han parido el borrador actual con esfuerzo, tiempo y muchas piedras en el zapato. Bajo la lógica de tirar el niño con el agua sucia, sectores nacionalistas e izquierda comunista se muestran irresponsables y tramposos ante los retos prácticos (no sólo ideológicos y discursivos) de la construcción europea en un escenario de crecientes riesgos y peligros, frente a las urgencias de la vida colectiva planetaria y europea. Aprovechan el referendum previsto para hacer puro tacticismo político de política "interior" y marcar la diferenciación de los partidos mayoritarios ante un asunto de tanto calado y urgencia mundial (la construcción de un nuevo campo político supra-nacional y de ciudadanía europea). No aclaran públicamente que este NO que defienden, se SUMA e irá a fortalecer las posiciones ultra-estatalistas y de extrema derecha europeas que son anti-europeas y no quieren la ampliación europea, ni una política europea unitaria, y que buscan la continuidad y hegemonía de las políticas estatales y su club de particularismos. De ocurrir este escenario, sería la peor situación posible: parálisis, desfondamiento y regresión del necesario proyecto europeo soñado desde la postguerra.
No podemos confundir hegelianamente la razón (que de seguro la tienen los argumentos del No de nacionalistas y de la izquierda comunista, al igual que nuestros argumentos críticos del SÍ) con la historia real situada, y con las oportunidades limitadas que ofrece y sus correlaciones de fuerzas. Hoy ya sabemos que las revoluciones o las grandes ideas o utopías son imposibles e indeseables, o incluso peligrosas si no se encarnan en sujetos y actores reales históricos que puedan llevarlas adelante en la práctica. De lo contrario, como ocurre en general con las grandes narraciones totalizadoras y esencializantes que carecen de agentes o de actores históricos, acaban degenerando en cegueras abstractas y dormitivas, en una impotencia práctica y estratégica de la acción política y social (la típica política del NO, testimonial, expresiva, y sin propuestas alternativas reales y posibles, que suele acabar en idealismos platonizantes que confunden las ideas con la acción social de agentes reales que juegan en contextos y campos sociales concretos y llenos de dificultades y delicados equilibrios de fuerzas).
Desde la óptica verde sabemos que es infinitamente mejor avanzar pequeños pasos posibles sobre la realidad (aunque no coincidan mayoritariamente con nuestro proyecto ni nuestras máximas) que NO AVANZAR ninguno (Cuanto PEOR, no es MEJOR). El No a la constitución europea, en lo fáctico supondría dar así oxígeno a la continuidad del poder de los estados nacionales, lo que sería un enorme freno histórico al proyecto europeo en favor del actual dominio de los estados y gobiernos en un escenario global de descarrilamiento y riesgos máximos.
Además, tenemos algunas BUENAS razones básicas y principios fundantes de la política verde que nos obligan a un gran pragmatismo en política en general, y a sumarnos a pactos y alianzas posibles para conseguir cuotas de gobernabilidad y frenos (aunque sean parciales y muy limitados) a los proyectos reales de maldesarrollo y destrucción que no esperan, y que generan la noria creciente de sobreexplotación y muerte socio-ecológica.
Es decir, me refiero a nuestra doble y central identidad verde:
El Radicalismo teórico desde la ecología política + El Radicalismo pragmático.
Nuestro radical pragmatismo no responde a tácticas de poder, responde a cuestiones de principios básicos verdes y orientaciones básicas, que ahora se expresan alrededor del debate constitucional europeo. No es nada nuevo, no es tacticismo, ni tampoco es acomodación en los escaños y poderes públicos.
Más bién se trata de coherencia y de urgencia con los fines prácticos que persigue la política verde: el necesario acoplamiento a realizar entre las sociedades y la biosfera (la transicción hacia la sustentabilidad) se ha de realizar en la convivencia y el respeto a los principios básicos que pautan los metabolismos y la singularidad del mundo físico, vivo y ecosistémico al que pertenecemos. Una de las características muy singulares de la actual crisis global de supervivencia es la irreversibilidad de los procesos de explotación y maldesarrollo en sus consecuencias biocidas irreparables, debido a que aceleran enormemente los efectos autodestructivos de la inevitable ley del universo físico conocido a escala humana: la ley de la entropía y sus consecuencias en una única dirección (los muertos no resucitan). Todo aplazamiento repercute en la creciente destrucción entrópica a efectos de la civilización industrial
Es decir, para nosotr@s el tiempo ha de politizarse urgentemente, ya que no es una realidad autonoma, abstracta y ajena a los ecosistemas de nuestros cuerpos y el cuerpo de la Tierra, sino que es una propiedad intrínsecamente ligada a la propia materia viva, a su integridad, ritmos propios y a su regeneración. El tiempo de aplazamiento o de retraso político en las regulaciones (EL NO A EUROPA y el despilfarro de las posibilidades y pequeños avances que ofrece el imperfecto texto constitucional), es de seguro: ECOLÓGICAMENTE irresponsable, y coincide con LA POLÍTICA de LO PEOR para nuestra sensibilidad materialista verde, ya que se salda en retrasos y por tanto en altísimos costos e injusticias sobre la REALIDAD socio-natural que queda irreversiblemente DESTRUIDA y nos aboca necesariamente a peores condiciones que las actuales. Lo perdido y muerto POR LA NO ACCIÓN, no podrá reconstituirse o recuperarse, al estar irremediablemente sometido a la trituradora unidireccional y entrópica que impulsa la irresponsable civilización industrial, los gobiernos y los estados nacionales.
Hay una gran diferencia y salto cualitativo entre la inmemorial sobre-explotación entre y con los humanos (la máxima marxista de explotación del hombre por el hombre) que no ha amenazado nunca la continuidad y la supervivencia general de la vida y de las civilizaciones humanas, y la actual sobre-explotación y saqueo de la biosfera terrestre que tiene límites físicos absolutos e infranqueables que amenazan, no sólo a una parte de los humanos o de la naturaleza, sino que pone en cuestión la integridad global y local, y las mismas posibilidades de futuro y de supervivencia del conjunto humano y natural.
Por tanto, la política verde es en su corazón una política de urgencia a favor de la vida y de la ética de la Tierra que supera la artificiosidad de las fronteras estatales, cuestiona el productivismo y el antropocentrismo faústico de las políticas, leyes, proyectos de maldesarrollo al uso y al abuso, y cultura del usar y tirar.
Por tanto, el Pragmatismo y la intervención urgente sobre la realidad, se hacen básicos y se ponen por delante como criterio guía de acción moral y de la política verde.
Se altera así el orden y la jerarquía de los valores y bienes a proteger. Lo primero y urgente es asegurar en lo posible la propia EXISTENCIA y SUPERVIVENCIA (tradicionalmente dada por asegurada y no problematizada bajo las ficciones modernas del progreso), para así poder afrontar en un segundo momento los problemas de justicia, reparto y poder (problemas clásicos de la filosofía política y los proyectos sociopolíticos emancipatorios de liberales, socialdemócratas y comunistas, y que por cierto, nunca han afrontado la problematicidad singular que se añade con la autoexplotación global y sus efectos biocidas).
Es decir, la integridad, la supervivencia y la continuidad sistémica ES LO PRIMERO y prioritario, ya que si no se preserva la natura-naturans del mundo, no tiene sentido lógico ni será posible en lo real cualquier política de equidad o de justicia en el reparto de los bienes sociales, y ya no sería posible tampoco ningún proyecto emancipatorio de futuro.
Apenas tenemos tiempo para dar los giros civilizatorios necesarios. Por tanto, no podemos frenar y ralentizar las realidades políticas imperfectas puestas en marcha con el actual proyecto constitucional europeo a cambio sólo de un deseo y una digna utopía, pero sin base histórica y política real para ayudarnos a andar sin aplazamientos.
Saludos.
Mara Cabrejas
mara.cabrejas@uv.es
El radicalismo pragmático del SÍ a la Constitución
AUTORA: Mara Cabrejas
La posición de la mayoría de los partidos verdes europeos y del Grupo Verde del Parlamento de Bruselas es a favor del SÍ al proyecto constitucional europeo.Avanzar en la unidad supranacional europea está en continuidad con nuestros principios y nuestro programa verde de "urgente" cambio social.
Además, se trata de tener en cuenta la siguiente apreciación contextualizadora: que histórica y sociológicamente el NO a la constitución en el actual momento, carece de documento costitucional alternativo, carece de posibilidad real de ser interpretado como fuerzas "progresistas federalistas" de la ciudadanía europea a favor del proyecto supranacional y la unión política europea. Por tanto, no hay un agente histórico real europeo que lo pueda impulsar hacia adelante.
Sencillamente, el debate real y su única dimensión práctica-política posible está sólo entre dos únicas salidas posibles: las tímidas reformas representadas por el texto a votar, o el más de lo mismo actual o el fortalecimiento regresivo de los estados.
Aunque coincidimos con muchas de las críticas a las grandes insuficiencias del borrador constitucional, mantenemos nuestra posición en el SÍ , porque ES INFINITAMENTE MEJOR que DEFENDER EL NO debido a que este significa dar un apoyo en lo fáctico-real al freno europeo y a LA ACTUAL EUROPA DE LOS ESTADOS (la Europa de NIZA y de Aznar), ya que esta es la única alternativa que hay sobre la mesa contra el borrador constitucional.
El NO defendido por las fuerzas políticas de la vieja izquierda y algunos sectores nacionalistas en el territorio español, juega exclusivamente en el campo del debate cultural y en el terreno exclusivo de las ideas. No apuesta por el cambio posible y real, aunque sólo sean unos pasos hacia la Europa que queremos. Alimenta enormemente la confusión social porque oculta sistemáticamente que no hay fuerzas históricas progresistas o ciudadanía europea que en este momento puedan impulsarlo, ni tampoco hay un documento alternativo mejor sobre la mesa. Las unicas fuerzas sociales progresistas que hay en juego, son las que han parido el borrador actual con esfuerzo, tiempo y muchas piedras en el zapato. Bajo la lógica de tirar el niño con el agua sucia, sectores nacionalistas e izquierda comunista se muestran irresponsables y tramposos ante los retos prácticos (no sólo ideológicos y discursivos) de la construcción europea en un escenario de crecientes riesgos y peligros, frente a las urgencias de la vida colectiva planetaria y europea. Aprovechan el referendum previsto para hacer puro tacticismo político de política "interior" y marcar la diferenciación de los partidos mayoritarios ante un asunto de tanto calado y urgencia mundial (la construcción de un nuevo campo político supra-nacional y de ciudadanía europea). No aclaran públicamente que este NO que defienden, se SUMA e irá a fortalecer las posiciones ultra-estatalistas y de extrema derecha europeas que son anti-europeas y no quieren la ampliación europea, ni una política europea unitaria, y que buscan la continuidad y hegemonía de las políticas estatales y su club de particularismos. De ocurrir este escenario, sería la peor situación posible: parálisis, desfondamiento y regresión del necesario proyecto europeo soñado desde la postguerra.
No podemos confundir hegelianamente la razón (que de seguro la tienen los argumentos del No de nacionalistas y de la izquierda comunista, al igual que nuestros argumentos críticos del SÍ) con la historia real situada, y con las oportunidades limitadas que ofrece y sus correlaciones de fuerzas. Hoy ya sabemos que las revoluciones o las grandes ideas o utopías son imposibles e indeseables, o incluso peligrosas si no se encarnan en sujetos y actores reales históricos que puedan llevarlas adelante en la práctica. De lo contrario, como ocurre en general con las grandes narraciones totalizadoras y esencializantes que carecen de agentes o de actores históricos, acaban degenerando en cegueras abstractas y dormitivas, en una impotencia práctica y estratégica de la acción política y social (la típica política del NO, testimonial, expresiva, y sin propuestas alternativas reales y posibles, que suele acabar en idealismos platonizantes que confunden las ideas con la acción social de agentes reales que juegan en contextos y campos sociales concretos y llenos de dificultades y delicados equilibrios de fuerzas).
Desde la óptica verde sabemos que es infinitamente mejor avanzar pequeños pasos posibles sobre la realidad (aunque no coincidan mayoritariamente con nuestro proyecto ni nuestras máximas) que NO AVANZAR ninguno (Cuanto PEOR, no es MEJOR). El No a la constitución europea, en lo fáctico supondría dar así oxígeno a la continuidad del poder de los estados nacionales, lo que sería un enorme freno histórico al proyecto europeo en favor del actual dominio de los estados y gobiernos en un escenario global de descarrilamiento y riesgos máximos.
Además, tenemos algunas BUENAS razones básicas y principios fundantes de la política verde que nos obligan a un gran pragmatismo en política en general, y a sumarnos a pactos y alianzas posibles para conseguir cuotas de gobernabilidad y frenos (aunque sean parciales y muy limitados) a los proyectos reales de maldesarrollo y destrucción que no esperan, y que generan la noria creciente de sobreexplotación y muerte socio-ecológica.
Es decir, me refiero a nuestra doble y central identidad verde:
El Radicalismo teórico desde la ecología política + El Radicalismo pragmático.
Nuestro radical pragmatismo no responde a tácticas de poder, responde a cuestiones de principios básicos verdes y orientaciones básicas, que ahora se expresan alrededor del debate constitucional europeo. No es nada nuevo, no es tacticismo, ni tampoco es acomodación en los escaños y poderes públicos.
Más bién se trata de coherencia y de urgencia con los fines prácticos que persigue la política verde: el necesario acoplamiento a realizar entre las sociedades y la biosfera (la transicción hacia la sustentabilidad) se ha de realizar en la convivencia y el respeto a los principios básicos que pautan los metabolismos y la singularidad del mundo físico, vivo y ecosistémico al que pertenecemos. Una de las características muy singulares de la actual crisis global de supervivencia es la irreversibilidad de los procesos de explotación y maldesarrollo en sus consecuencias biocidas irreparables, debido a que aceleran enormemente los efectos autodestructivos de la inevitable ley del universo físico conocido a escala humana: la ley de la entropía y sus consecuencias en una única dirección (los muertos no resucitan). Todo aplazamiento repercute en la creciente destrucción entrópica a efectos de la civilización industrial
Es decir, para nosotr@s el tiempo ha de politizarse urgentemente, ya que no es una realidad autonoma, abstracta y ajena a los ecosistemas de nuestros cuerpos y el cuerpo de la Tierra, sino que es una propiedad intrínsecamente ligada a la propia materia viva, a su integridad, ritmos propios y a su regeneración. El tiempo de aplazamiento o de retraso político en las regulaciones (EL NO A EUROPA y el despilfarro de las posibilidades y pequeños avances que ofrece el imperfecto texto constitucional), es de seguro: ECOLÓGICAMENTE irresponsable, y coincide con LA POLÍTICA de LO PEOR para nuestra sensibilidad materialista verde, ya que se salda en retrasos y por tanto en altísimos costos e injusticias sobre la REALIDAD socio-natural que queda irreversiblemente DESTRUIDA y nos aboca necesariamente a peores condiciones que las actuales. Lo perdido y muerto POR LA NO ACCIÓN, no podrá reconstituirse o recuperarse, al estar irremediablemente sometido a la trituradora unidireccional y entrópica que impulsa la irresponsable civilización industrial, los gobiernos y los estados nacionales.
Hay una gran diferencia y salto cualitativo entre la inmemorial sobre-explotación entre y con los humanos (la máxima marxista de explotación del hombre por el hombre) que no ha amenazado nunca la continuidad y la supervivencia general de la vida y de las civilizaciones humanas, y la actual sobre-explotación y saqueo de la biosfera terrestre que tiene límites físicos absolutos e infranqueables que amenazan, no sólo a una parte de los humanos o de la naturaleza, sino que pone en cuestión la integridad global y local, y las mismas posibilidades de futuro y de supervivencia del conjunto humano y natural.
Por tanto, la política verde es en su corazón una política de urgencia a favor de la vida y de la ética de la Tierra que supera la artificiosidad de las fronteras estatales, cuestiona el productivismo y el antropocentrismo faústico de las políticas, leyes, proyectos de maldesarrollo al uso y al abuso, y cultura del usar y tirar.
Por tanto, el Pragmatismo y la intervención urgente sobre la realidad, se hacen básicos y se ponen por delante como criterio guía de acción moral y de la política verde.
Se altera así el orden y la jerarquía de los valores y bienes a proteger. Lo primero y urgente es asegurar en lo posible la propia EXISTENCIA y SUPERVIVENCIA (tradicionalmente dada por asegurada y no problematizada bajo las ficciones modernas del progreso), para así poder afrontar en un segundo momento los problemas de justicia, reparto y poder (problemas clásicos de la filosofía política y los proyectos sociopolíticos emancipatorios de liberales, socialdemócratas y comunistas, y que por cierto, nunca han afrontado la problematicidad singular que se añade con la autoexplotación global y sus efectos biocidas).
Es decir, la integridad, la supervivencia y la continuidad sistémica ES LO PRIMERO y prioritario, ya que si no se preserva la natura-naturans del mundo, no tiene sentido lógico ni será posible en lo real cualquier política de equidad o de justicia en el reparto de los bienes sociales, y ya no sería posible tampoco ningún proyecto emancipatorio de futuro.
Apenas tenemos tiempo para dar los giros civilizatorios necesarios. Por tanto, no podemos frenar y ralentizar las realidades políticas imperfectas puestas en marcha con el actual proyecto constitucional europeo a cambio sólo de un deseo y una digna utopía, pero sin base histórica y política real para ayudarnos a andar sin aplazamientos.
Saludos.
Mara Cabrejas
mara.cabrejas@uv.es
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