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LA PALMA : EL AGRO, ESCLAVO DE LAS SUBVENCIONES

LA PALMA : EL AGRO, ESCLAVO DE LAS SUBVENCIONES FOTO : Pablo Rico, agricultor ecológico con su próteas
LA PALMA : EL AGRO, ESCLAVO DE LAS SUBVENCIONES
El Cabildo, además de los fondos europeos que recibe el sector primario, ha establecido 28 líneas de ayudas para otros tantos segmentos productivos de la principal actividad económica de la Isla
CANARIAS 7 (03/05/04)
El sector primario es la columna vertebral del sistema productivo de La Palma. Sin embargo, la agricultura es cada vez más esclava de las subvenciones y, por tanto, de la glotonería política.Las aportaciones públicas suponen un bastón sin el cual, este segmento de la economía insular, hace años vigoroso y potente, no puede caminar. Sin las muletas de las ayudas oficiales a fondo perdido, difícilmente tendría capacidad para abrirse paso en la selva de unos mercados globalizados. Además de las partidas que llegan de la Unión Europea para, sobre todo, compensar las rentas en la comercialización de los plátanos, cifradas en 2004 en más de 52 millones de euros, el Cabildo distribuye auxilios por valor de más de 700.000 euros. La primera Corporación ha establecido, un año más, las bases reguladoras para, inicialmente, 28 líneas de subvenciones.
El cultivo estrella es el plátano. Acapara gran parte de las ayudas comunitarias que llegan de Bruselas y, asimismo, un buen trozo de las consignaciones que otorga la institución palmera.Para el resto, según los productores de las medianías, «sólo quedan las migajas».
La Palma, está claro, es una Isla eminentemente agrícola. Pero, sorprendentemente, se desconoce el número de personas que están inscritas en el régimen especial de la Seguridad Social. Ninguna institución a la que ha acudido este periódico ha podido ofrecer datos precisos. Se calcula que de la agricultura, en la Isla, viven u obtienen ingresos complementarios más de 6.000 familias.Todo un filón de votos para cualquier partido. Los productores, especialmente los más pequeños, desconfían de todo lo que venga de la oficialidad y, por ello, son reacios a solicitar subvenciones.El rechazo es histórico. Creen que los gobiernos, como en épocas pretéritas, continúan bajo el mando de la oligarquía. Debido a estos recelos sólo aceptan hablar siempre que no salga su foto ni su nombre. Éste es el caso de un productor de Las Breñas.Está dado de alta en el régimen especial agrario, aunque también trabaja en otras ocupaciones. Asegura que «las subvenciones están haciendo que los agricultores de las medianías desaparezcan».Sostiene que, salvo las que reciben los plataneros, «las demás no dan ni para cubrir el tiempo que se pierde en la tramitación».Otro alega que estas ayudas, en el fondo, buscan más que nada «una rentabilidad política» pues, dice, «lo que te dan por un lado te lo quitan por otro». El reparto de ese dinero, remacha, «se convierte en una merienda de negros». Las subvenciones, agrega, se deben mantener, pero «se ha de afinar para que no sean unos parches cuya única finalidad se reduzca a cubrir el expediente de los compromisos electorales».
Otro cantar son los trámites burocráticos que han de cumplimentar para acceder a las subvenciones. Los técnicos de las agencias de extensión agraria, aseveran, «se han convertido en simples oficinistas».
El consejero insular de Agricultura, Ganadería y Pesca, Mariano Lorenzo, explica que las subvenciones que distribuye la institución tienen como objetivo «echar una mano». «Son pequeños alicientes que se conceden desde hace años para potenciar determinados cultivos, promover otros, así como impulsar el asociacionismo en el sector».
El gerente de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de La Palma (Aspa), Antonio Luis Pérez, comenta que los productores se interesan por estas ayudas y apunta que «el principal inconveniente suele ser la burocracia». La gente, explica, «se queja, pero el papeleo es necesario para evitar fraudes». Asegura que, como consecuencia de la picaresca, «se pide cada vez más certificados y, a los agricultores, les resulta más difícil reunir la documentación».

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