PERO ¿QUIÉN COÑO ES OCTAVIO HERNÁNDEZ
Jesús Giráldez Macía. Canarias-semanal.com (15/04/08)
Dentro del turbio panorama de grupos, grupúsculos y células unipersonales de los que ha hecho gala la izquierda canaria, existen algunos personajes cuyas biografías políticas son el reflejo de la búsqueda incesante de satisfacción de sus egos y del echadero que por fin los mantengan eternamente ociosos en la política profesional. Son casos clínicos, dignos de un tratamiento más sicoanalítico que sociológico. Existen casos especialmente disparatados, como el de Melchor Núñez que ha pasado de organizar actos de apoyo para las campañas al parlamento europeo de Herri Batasuna a ser candidato del CCN, escribiendo artículos negando el cambio climático o defendiendo a Sarkozy como referente de la política de nuestros días. Pero aún así, el camaleónico Núñez nunca llegará a los niveles de un gran maestro de las conspiraciones domésticas -aunque no por ello menos siniestras-, el ínclito Octavio Hernández, actualmente logo tinerfeño de una franquicia verde que se vende al mejor postor.
Aunque no hay que descartar anteriores filiaciones, los primeros pasos de Octavio Hernández por la política canaria -allá por los años ochenta- fue su participación en el partido maoísta Unión de Lucha Marxista Leninista, partido del que nos quedan algunos panfletos incunables, pura literatura china donde se mezcla el bambú duro y flexible, el tigre que acecha y el dogmatismo que asusta.
Cuentan sus biógrafos que, buscando la hermenéutica en su estado puro, pasó una temporada en la Unión Soviética y sólo la distancia histórica y la desclasificación de los archivos de la KGB nos darán datos sobre su paso por aquel imperio y su simultánea descomposición territorial. Desde su regreso se ha dedicado -sin prisas pero sin pausa- a la encomiable labor de fragmentar aún más lo fragmentado, labor por la que el poder le quedará eternamente agradecido. Dotado de una especial capacidad para sobrevivir sin oficio reconocido tuvo que salir por la puerta de atrás de Intersindical Canaria en Las Palmas y se dedicó durante un tiempo a sentar las bases estratégicas para la sección olartina de Coalición Canaria, por lo que no habría de descartarse tampoco una relación directa entre su paso como asesor intelectual de ese partido y el actual declive electoral de la formación nacionalista ultraperiférica.
Posteriormente fue inductor y destructor del Foro de Fuerteventura, un intento de consolidar un espacio ciudadano crítico que fue desmantelado porque el superego de Octavio era incompatible con las decisiones asamblearias y se dedicó a tomar decisiones individuales en nombre del Foro. Es ese precisamente uno de los rasgos más nítidos y repetidos de su personalidad: la notable incapacidad para trabajar como parte -y no como un todo- de un colectivo.
Dando un salto geográfico y político, nuestro personaje cae en Nivaria y aterriza en Alternativa Popular Canaria pero al poco su superego vuelve a chocar con nuestra idiosincrasia ya que es manifiestamente incompatible ser alternativo, popular y hasta canario con una soberbia y suficiencia intelectual a las que no estamos acostumbrados. Arrinconado por la imposibilidad de promocionarse individualmente decide abandonar el partido.
Sin solución de continuidad ingresa en Los Verdes de Canarias y con la habilidad de la serpiente (china, por supuesto) se encarama a los órganos de decisión de la Asamblea Insular de Tenerife. Y como asamblea y Octavio son vocablos contradictorios al poco tiempo empieza a hacer de las suyas y a emitir comunicados de prensa en nombre de Los Verdes que no sólo no eran debatidos ni consensuados sino que trataban de asuntos que al ecologismo social le traen al pairo: la gota que colmó el vaso fue el envío de una nota de prensa en la que pedía -en nombres de Los Verdes- ¡que los curas homosexuales abandonaran la Iglesia Católica!
Justo cuando se iniciaba el proceso de expulsión del partido, Octavio abandonó el barco no sin antes despedirse de sus hasta entonces compañeros con groserías indignas de su talla intelectual.
Los caminos del oportunismo lo llevaron a El Rosario donde comenzó a trabajar a destajo para IR-Los Verdes no abandonando jamás su actitud conspirativa para que cualquier intento de unidad del espacio ecosocialista de Canarias pudiera fructificar. Pero, cuando ya lo creíamos adaptado a la manta esperancera que los desertores del PSOE de las medianías le habían ofrecido, llegan las elecciones generales de mayo de 2008.
Previamente Octavio contacta en la capital del reino con Esteban Cabal quién es el dueño de una franquicia con forma aparente de partido que se llama Los Verdes-Grupo Verde, un partido creado para combatir en cualquier lugar del Estado la unidad verde y crear la confusión necesaria para que la opción verde deje de ser opción. Como único miembro conocido en Canarias de esa secta madrileña, Octavio vuelve ofrecer en el marco de las elecciones de 2008 la penúltima de sus contribuciones a la estulticia: presentó listas verdes virtuales -con personas no residentes en Canarias- en todas las islas. ¿Qué mente aviesa puede presentar de senador en Fuerteventura, por ejemplo, a alguien que probablemente sólo conoce esta isla a través de los folletos turísticos?
En el último mes Octavio Hernández nos ha brindado dos joyas de su baúl de las miserias. En sendas ruedas de prensa muestra su apoyo (por supuesto siempre en nombre de Los Verdes) a dos de los proyectos emblemáticos de la ATI más corrompida. En la primera defiende la continuación de las obras de Las Teresitas y arremete contra la oposición a la que tilda de querer sacar beneficio partidista a costa del pueblo chicharrero, un discurso que bien podría haber firmado el mismísimo Zerolo, cuestión que -como otras del universo octaviense- tampoco se debería descartar.
En la segunda, y a los pocos días de que Ricardo Melchior hablara en parecidos términos, Octavio-grupo-verde muestra su adhesión a uno de los proyectos más irracionales, impertinentes y faraónicos de las elites ultras (periféricas) de Tenerife: el viejo sueño ático y cuasi-atávico de unir con un túnel el menceyato de Isaac Valencia (la Orotava) con el del Valle de Güimar y el menceyato de Domingo Calzadilla, un alcalde franquista que persigue de cerca a Octavio en el ranking de los vaivenes ideológicos.
Fiel a su actitud de topo (metáfora maoísta) está empeñado últimamente nuestro hombre en atravesar de norte a este la vieja Nivaria. Desconocemos qué se esconde tras su repentino interés por las obras subterráneas máxime viniendo de alguien que suele levitar por encima de los comunes mortales. Pero buscar una explicación racional a los desvaríos de un personaje que ha pertenecido a cinco partidos (que se sepa) es una tarea imposible. Lo mismo anda buscando los fósiles del Oso Panda canario, que confirme que se puede ser chino, ecologista y con fajín sin entrar en contradicción con Ambrosio Plasencia y el lobby del cemento y su manía de querer empicharnos hasta las entrañas.
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