LA PINZA entre la DERECHA y la IZQUIERDA del NO A EUROPA
LA PINZA entre la DERECHA y la IZQUIERDA del NO A EUROPA
Mara Cabrejas
LOS VERDES
Las políticas zombies no sirven para comprender los problemas de este frágil y peligroso mundo globalizado debido a que usan rígidas categorías y trajes mentales momificados. Son un tipo de cegueras incapaces de poder afrontar con mínimo éxito la singularidad de los problemas que vivimos en un mundo lleno de peligros e inseguridades.
Algunas de las torpes posiciones zombies de la izquierda hacen la pinza con las fuerzas más entrópicas de Europa. Le Pen o Llamazares se apresuran a desgarrar el cuerpo constitucional europeo tras la victoria del NO en Francia y Holanda. En esta fiesta de los sepultureros, el próximo presidente del Consejo Europeo Tony Blair ya baila feliz sobre la tumba de la Constitución Europea y nos muestra su motosierra ya preparada para hacer traumáticas cirugías económicas que vacíen las arcas y políticas comunes de la Unión Europea llevándolas a la pila de los escombros de la historia. Aznar se regocija de la agonía de la Europa de la integración y cohesión en derechos básicos de seguridad y protección de su ciudadanía, y pregona la regresión al minimalismo Inter-gubernamental del Tratado de Niza. También Bush y sus amigos europeos más atlantistas celebran con gran alivio la caída del sueño europeo.
Los zombies de la izquierda que reclama un NO a la Constitución Europea constituyen un ejemplo más de las paradojas que viven los dominados cuando fortalecen con sus discursos y acciones cotidianas la propia dominación que se les impone. Lo curioso e impactante en este caso es la alianza entre los zombies por la izquierda y por la derecha en el escenario político europeo, y en lo que es una ofensiva contra los intentos de crear instituciones trans-estatales de control político y gobernabilidad democrática en Europa. Sus caducas filosofías políticas nacionalistas de estado y territorio, comunistas y o de extrema derecha, acaban coincidiendo en favorecer las fortalezas y los particularismos de los estados frente a la unidad y ampliación europea en un mundo desbocado.
Pero no existen soluciones locales posibles para los problemas generados globalmente. Cuando las fuerzas económicas globales andan sueltas no sirven las abstractas palabras ni los aplazamientos históricos bajo la excusa de una futura e incierta Europa social, o bajo la retórica de Otra Europa es posible, tal y como reclaman como cantos de sirenas las irresponsables posiciones zombies de la izquierda del No a la Constitución Europea. Pero al tiempo, hacen la pinza práctica con las fuerzas europeas más regresivas y que con diferentes grados de virulencia, buscan dinamitar el proyecto de cuarenta años de construcción europea y de búsqueda de nuevos medios de protección colectiva.
Cuando la globalización ya está aquí y ahora con la fuerza y omnipotencia de un temporal, de poco sirven las esclerotizadas políticas zombies que en nombre de un mítico jardín perfecto para Europa, en realidad posponen los frenos y remedios prácticos de emergencia conjunta, y ayudan así a desbaratar las potenciales alianzas con los agentes históricos reales de la construcción europea. De entre la variopinta orquestación de los noes zombies a Europa, el NO a la Europa del Capital se muestra en su desnudez práctica como un agente activo más a favor de un simple NO a Europa, y que viene a dar un impulso añadido a las demás fuerzas anti-europeistas.
Pero contrariamente, lo que urge en el presente es poner a las fuerzas económicas descontroladas por todo el territorio planetario bajo un control democrático común con la finalidad de evitar los dañinos efectos sociales y ambientales dispersados por la desregulación económica, y haciendo respetar nuevos principios éticos y leyes sociales y ecológicas de convivencia humana y de justicia.
No hay esperanzas de conseguir un refugio garantizado ante los perniciosos efectos de la descontrolada globalización con el retiro en un vecindario fortificado y particularista de los estados, si al tiempo se propaga la desprotección y la inseguridad vital generalizada, el miedo y el fin de los lazos sociales y de la solidaridad, el mendigo y peligroso tú vecino, la vulnerabilidad universal y el salvaje mercado. Al contrario, las fuerzas destructivas globales prosperan en la fragmentación y el atomicismo de la esfera política, escindiendo y parando lo que podrían ser políticas de avance en la integración y ciudadanía conjunta en torno a derechos y libertades europeas, comunes y exigentes. La balcanización de lo que puede ser un bello jardín imperfecto y asilvestrado de la construcción Europea lo convierte en una simple colección de egoismos y agravios entre estados a la greña, o en regateos sobre las migajas del festín destructor, algo que sería en definitiva una victoria más del vendaval del mercado económico globalizado y sin ataduras.
Entre las ruinas de los derechos y de la protección social que antes comprometían a los estados crecen los temores sociales y la inseguridad cotidiana en los países europeos. Las salidas sociales ante la inseguridad y fragilidad experimentadas suelen buscar una explicación clara y un culpable identificable de la situación, pero sin poder influir a menudo en las causas globales de la misma. Las personas apiñadas por el miedo y las expectativas de mejora truncadas, se pueden convertir en una multitud orientada a buscar las causas y los culpables de sus penurias mediante explicaciones e identidades que decretan un afuera peligroso y construido que les amenaza, unas fronteras claras para separar y amputar.
Para mitigar las ansiedades compulsivas que padecemos, puede estar la tentación de recrear un mundo ordenado y seguro dentro de alguna categoría y territorio vallado y propio, y a modo de trinchera resguardada e infranqueable. En esta tarea imposible de buscar nichos protegidos en medio del caos global están las proclamas contra Europa y a favor del dominio de los estados, señalándonos puertas de salida falsas y tramposas a este profundo y generalizado desazón social. Manipulan los miedos sociales y nuestras inseguridades vitales generadas globalmente, y los dirigen hacia trincheras y refugios inexistentes mediante las cacofónicas y conocidas melodías zombies del NO a EUROPA.
Mara Cabrejas
LOS VERDES
Las políticas zombies no sirven para comprender los problemas de este frágil y peligroso mundo globalizado debido a que usan rígidas categorías y trajes mentales momificados. Son un tipo de cegueras incapaces de poder afrontar con mínimo éxito la singularidad de los problemas que vivimos en un mundo lleno de peligros e inseguridades.
Algunas de las torpes posiciones zombies de la izquierda hacen la pinza con las fuerzas más entrópicas de Europa. Le Pen o Llamazares se apresuran a desgarrar el cuerpo constitucional europeo tras la victoria del NO en Francia y Holanda. En esta fiesta de los sepultureros, el próximo presidente del Consejo Europeo Tony Blair ya baila feliz sobre la tumba de la Constitución Europea y nos muestra su motosierra ya preparada para hacer traumáticas cirugías económicas que vacíen las arcas y políticas comunes de la Unión Europea llevándolas a la pila de los escombros de la historia. Aznar se regocija de la agonía de la Europa de la integración y cohesión en derechos básicos de seguridad y protección de su ciudadanía, y pregona la regresión al minimalismo Inter-gubernamental del Tratado de Niza. También Bush y sus amigos europeos más atlantistas celebran con gran alivio la caída del sueño europeo.
Los zombies de la izquierda que reclama un NO a la Constitución Europea constituyen un ejemplo más de las paradojas que viven los dominados cuando fortalecen con sus discursos y acciones cotidianas la propia dominación que se les impone. Lo curioso e impactante en este caso es la alianza entre los zombies por la izquierda y por la derecha en el escenario político europeo, y en lo que es una ofensiva contra los intentos de crear instituciones trans-estatales de control político y gobernabilidad democrática en Europa. Sus caducas filosofías políticas nacionalistas de estado y territorio, comunistas y o de extrema derecha, acaban coincidiendo en favorecer las fortalezas y los particularismos de los estados frente a la unidad y ampliación europea en un mundo desbocado.
Pero no existen soluciones locales posibles para los problemas generados globalmente. Cuando las fuerzas económicas globales andan sueltas no sirven las abstractas palabras ni los aplazamientos históricos bajo la excusa de una futura e incierta Europa social, o bajo la retórica de Otra Europa es posible, tal y como reclaman como cantos de sirenas las irresponsables posiciones zombies de la izquierda del No a la Constitución Europea. Pero al tiempo, hacen la pinza práctica con las fuerzas europeas más regresivas y que con diferentes grados de virulencia, buscan dinamitar el proyecto de cuarenta años de construcción europea y de búsqueda de nuevos medios de protección colectiva.
Cuando la globalización ya está aquí y ahora con la fuerza y omnipotencia de un temporal, de poco sirven las esclerotizadas políticas zombies que en nombre de un mítico jardín perfecto para Europa, en realidad posponen los frenos y remedios prácticos de emergencia conjunta, y ayudan así a desbaratar las potenciales alianzas con los agentes históricos reales de la construcción europea. De entre la variopinta orquestación de los noes zombies a Europa, el NO a la Europa del Capital se muestra en su desnudez práctica como un agente activo más a favor de un simple NO a Europa, y que viene a dar un impulso añadido a las demás fuerzas anti-europeistas.
Pero contrariamente, lo que urge en el presente es poner a las fuerzas económicas descontroladas por todo el territorio planetario bajo un control democrático común con la finalidad de evitar los dañinos efectos sociales y ambientales dispersados por la desregulación económica, y haciendo respetar nuevos principios éticos y leyes sociales y ecológicas de convivencia humana y de justicia.
No hay esperanzas de conseguir un refugio garantizado ante los perniciosos efectos de la descontrolada globalización con el retiro en un vecindario fortificado y particularista de los estados, si al tiempo se propaga la desprotección y la inseguridad vital generalizada, el miedo y el fin de los lazos sociales y de la solidaridad, el mendigo y peligroso tú vecino, la vulnerabilidad universal y el salvaje mercado. Al contrario, las fuerzas destructivas globales prosperan en la fragmentación y el atomicismo de la esfera política, escindiendo y parando lo que podrían ser políticas de avance en la integración y ciudadanía conjunta en torno a derechos y libertades europeas, comunes y exigentes. La balcanización de lo que puede ser un bello jardín imperfecto y asilvestrado de la construcción Europea lo convierte en una simple colección de egoismos y agravios entre estados a la greña, o en regateos sobre las migajas del festín destructor, algo que sería en definitiva una victoria más del vendaval del mercado económico globalizado y sin ataduras.
Entre las ruinas de los derechos y de la protección social que antes comprometían a los estados crecen los temores sociales y la inseguridad cotidiana en los países europeos. Las salidas sociales ante la inseguridad y fragilidad experimentadas suelen buscar una explicación clara y un culpable identificable de la situación, pero sin poder influir a menudo en las causas globales de la misma. Las personas apiñadas por el miedo y las expectativas de mejora truncadas, se pueden convertir en una multitud orientada a buscar las causas y los culpables de sus penurias mediante explicaciones e identidades que decretan un afuera peligroso y construido que les amenaza, unas fronteras claras para separar y amputar.
Para mitigar las ansiedades compulsivas que padecemos, puede estar la tentación de recrear un mundo ordenado y seguro dentro de alguna categoría y territorio vallado y propio, y a modo de trinchera resguardada e infranqueable. En esta tarea imposible de buscar nichos protegidos en medio del caos global están las proclamas contra Europa y a favor del dominio de los estados, señalándonos puertas de salida falsas y tramposas a este profundo y generalizado desazón social. Manipulan los miedos sociales y nuestras inseguridades vitales generadas globalmente, y los dirigen hacia trincheras y refugios inexistentes mediante las cacofónicas y conocidas melodías zombies del NO a EUROPA.
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