GRANJAS ECOLÓGICAS: OTRA OPCIÓN TURÍSTICA PARA CANARIAS
LAS GRANJAS ECOLÓGICAS PRESENTAN OTRA OPCIÓN TURÍSTICA PARA CANARIAS
Hay quien imagina a las Canarias como unas islas con suficientes granjas ecológicas como para garantizar alimentos sanos a su población y a sus visitantes, unas granjas abiertas a turistas dispuestos a disfrutar de comida saludable y ambiente sano todo el año.
www.canariasahora.com 3 de mayo de 2005
Así le gusta contemplar el futuro de su tierra a Carmelo Batista, director de una explotación agrícola y ganadera ecológica del sur de Tenerife, en un tiempo en el que el turismo de sol y playa es un modelo cuestionado, a la vez que el abandono del campo, el deterioro medioambiental y la desconfianza en la alimentación son preocupaciones crecientes.
En Bio-Bueype, como se llama la explotación, han conseguido integrar la agricultura y la ganadería ecológica con los intereses y preocupaciones de un nuevo tipo de visitante, sin olvidar la investigación, la tecnología y las labores de consultoría para otras instalaciones que quieran seguir el modelo. Sus visitantes, el 80% extranjeros, disfrutan del cordero y de las verduras propias que se ofrecen en el asadero, compran los productos en el mercadillo y recorren los cultivos y rediles para comprobar los principios ecológicos que sustentan la producción.
Dos mil ovejas autóctonas se alimentan exclusivamente de los restos vegetales de la finca y producen un excremento que con la ayuda de unos microorganismos se transforma en un rico compost que da vida a los cultivos. Son en total 450.000 kilos de compost al año, más que suficientes para la explotación, lo que permite poner a la venta los excedentes
Gracias a ese compost se cultivan 175.000 metros cuadrados de plátano, con una producción de 600 toneladas al año, a los que se añaden 10.000 metros para mangos y papayas y 15.000 metros para hortalizas. Las ovejas canarias de pelo, también llamadas ovejas pelibuey (de donde deriva el nombre de la explotación), ya eran utilizadas por los aborígenes isleños y su principal característica es que están cubiertas de pelo, pero carecen de lana.
Exclusivamente con ingredientes propios, en el asador de la finca se puede disfrutar de un suculento puchero canario de verduras cosechadas la misma mañana, de un cordero que gracias a su alimentación natural es tierno y jugoso como ninguno y de un postre que, por ejemplo, puede ser un suave flan de calabaza.
A por la autosuficiencia
La tecnología también está presente, y a partir del compost se desarrolla lo que se llama té de compost, una extracción de sus principios solubles en unas máquinas de diseño propio. Ese té se aplica a los cultivos como nutriente y se vaporiza sobre las hojas para prevenir cualquier plaga.
Unos microorganismos extraídos de unas semillas mantienen el equilibrio en la explotación, al acelerar la formación del compost y evitar que el proceso de putrefacción de la materia orgánica genere olores o atraiga moscas, lo que permite a los visitantes internarse sin molestias. "¿En qué finca puede una familia estar tranquilamente con sus niños, acercarse a los animales y a las plantas sin temor a pesticidas? Sólo en una finca ecológica", comenta Carmelo Batista.
Los números también le salen, y afirma que una explotación de este tipo gastaría un mínimo de 30.000 euros al año en abonos químicos de importación, mientras que en su caso la venta del compost sobrante incluso le permite aumentar los ingresos. El compost absorbe agua, lo que representa un ahorro de riego del 26%, dice Carmelo Batista, y añade que en conjunto los costes son un 20% inferiores y el precio de la producción ecológica en el mercado es un 10% superior.
A Carmelo Batista le gustaría que este tipo de prácticas se extendiera por toda Canarias, porque le encantaría visitar otras explotaciones en las que, quizás, pueda degustar un pollo, un conejo o un cochino criados en el lugar, con plenas garantías. Indica sombrío que Canarias sólo produce el 4% de las proteínas que consume y por eso las Islas están en grave riesgo en el caso de que alguna crisis internacional bloquee el tráfico marítimo y aéreo.
"En una situación así, aquí seríamos autosuficientes", dice Batista mientras se imagina unas islas que sean tenidas por un paraíso ecológico al que llegan los visitantes europeos por otras razones que no sean sólo el sol y la playa.
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Hay quien imagina a las Canarias como unas islas con suficientes granjas ecológicas como para garantizar alimentos sanos a su población y a sus visitantes, unas granjas abiertas a turistas dispuestos a disfrutar de comida saludable y ambiente sano todo el año.
www.canariasahora.com 3 de mayo de 2005
Así le gusta contemplar el futuro de su tierra a Carmelo Batista, director de una explotación agrícola y ganadera ecológica del sur de Tenerife, en un tiempo en el que el turismo de sol y playa es un modelo cuestionado, a la vez que el abandono del campo, el deterioro medioambiental y la desconfianza en la alimentación son preocupaciones crecientes.
En Bio-Bueype, como se llama la explotación, han conseguido integrar la agricultura y la ganadería ecológica con los intereses y preocupaciones de un nuevo tipo de visitante, sin olvidar la investigación, la tecnología y las labores de consultoría para otras instalaciones que quieran seguir el modelo. Sus visitantes, el 80% extranjeros, disfrutan del cordero y de las verduras propias que se ofrecen en el asadero, compran los productos en el mercadillo y recorren los cultivos y rediles para comprobar los principios ecológicos que sustentan la producción.
Dos mil ovejas autóctonas se alimentan exclusivamente de los restos vegetales de la finca y producen un excremento que con la ayuda de unos microorganismos se transforma en un rico compost que da vida a los cultivos. Son en total 450.000 kilos de compost al año, más que suficientes para la explotación, lo que permite poner a la venta los excedentes
Gracias a ese compost se cultivan 175.000 metros cuadrados de plátano, con una producción de 600 toneladas al año, a los que se añaden 10.000 metros para mangos y papayas y 15.000 metros para hortalizas. Las ovejas canarias de pelo, también llamadas ovejas pelibuey (de donde deriva el nombre de la explotación), ya eran utilizadas por los aborígenes isleños y su principal característica es que están cubiertas de pelo, pero carecen de lana.
Exclusivamente con ingredientes propios, en el asador de la finca se puede disfrutar de un suculento puchero canario de verduras cosechadas la misma mañana, de un cordero que gracias a su alimentación natural es tierno y jugoso como ninguno y de un postre que, por ejemplo, puede ser un suave flan de calabaza.
A por la autosuficiencia
La tecnología también está presente, y a partir del compost se desarrolla lo que se llama té de compost, una extracción de sus principios solubles en unas máquinas de diseño propio. Ese té se aplica a los cultivos como nutriente y se vaporiza sobre las hojas para prevenir cualquier plaga.
Unos microorganismos extraídos de unas semillas mantienen el equilibrio en la explotación, al acelerar la formación del compost y evitar que el proceso de putrefacción de la materia orgánica genere olores o atraiga moscas, lo que permite a los visitantes internarse sin molestias. "¿En qué finca puede una familia estar tranquilamente con sus niños, acercarse a los animales y a las plantas sin temor a pesticidas? Sólo en una finca ecológica", comenta Carmelo Batista.
Los números también le salen, y afirma que una explotación de este tipo gastaría un mínimo de 30.000 euros al año en abonos químicos de importación, mientras que en su caso la venta del compost sobrante incluso le permite aumentar los ingresos. El compost absorbe agua, lo que representa un ahorro de riego del 26%, dice Carmelo Batista, y añade que en conjunto los costes son un 20% inferiores y el precio de la producción ecológica en el mercado es un 10% superior.
A Carmelo Batista le gustaría que este tipo de prácticas se extendiera por toda Canarias, porque le encantaría visitar otras explotaciones en las que, quizás, pueda degustar un pollo, un conejo o un cochino criados en el lugar, con plenas garantías. Indica sombrío que Canarias sólo produce el 4% de las proteínas que consume y por eso las Islas están en grave riesgo en el caso de que alguna crisis internacional bloquee el tráfico marítimo y aéreo.
"En una situación así, aquí seríamos autosuficientes", dice Batista mientras se imagina unas islas que sean tenidas por un paraíso ecológico al que llegan los visitantes europeos por otras razones que no sean sólo el sol y la playa.
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