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“NIÑOS MÓVILES"

“NIÑOS MÓVILES" “NIÑOS MÓVILES"
Alfonso Balmori.
Asociación Vallisoletana de Afectados por Antenas de Telecomunicaciones (AVVATE)
La propaganda de una operadora nos recuerda que “la vida es móvil”, y sin duda lo es, si tenemos en cuenta que su tecnología puede darnos antes de tiempo el pasaporte para el más allá. Otra empresa de telefonía no ha dudado en inundar calles y medios con reclamos publicitarios en los que un preadolescente mira ese moderno objeto de deseo pegado a un lema que le insta a reconocer abiertamente que “lo quiere”. Los niños son excelentes clientes para las operadoras por carecer de sentido crítico, por ignorar los inconvenientes de la utilización del teléfono móvil y por su vulnerabilidad frente a los anuncios y las modas. Por eso, cuando llega el tiempo de los regalos navideños, son el blanco de campañas publicitarias, deshonestas e irresponsables, que alimentan el negocio.

¿Por que los niños y adolescentes son más vulnerables?. A esa edad los huesos del cráneo son más delgados y están más vascularizados; la penetración de la radiación en el cerebro es mayor y sus sistema nervioso e inmunitario, en desarrollo, resultan más perjudicados. La ondas afectan a su aprendizaje, memoria y atención y la duración de la exposición aumenta cuando su uso comienza a corta edad, con los consiguientes riesgos a largo plazo.
Se acaban de difundir los resultados del Proyecto “REFLEX” (acrónimo de “Risk Evaluation of Potential Environmental Hazards from Low Energy Electromagnetic Field (EMF) Exposure Using Sensitive in vitro Methods”) en el que 12 equipos de investigación de 7 países de la Unión Europea han presentado unos resultados demoledores: La radiación de los teléfonos móviles a los niveles autorizados actualmente provoca efectos genotóxicos (daños genéticos y celulares). Lo más grave que se puede decir de un teléfono móvil es que rompe las páginas del libro donde está escrito el secreto de la vida, con los códigos que la hacen posible. Tras esto, su relación con el cáncer es más que sospechosa.
Pero, para los que seguimos de cerca el “secuestro de la ciencia” y el escándalo en cierne que se va forjando alrededor de este campo de investigación desde hace años, estos resultados no aportan demasiadas novedades. Aunque la industria y algunas autoridades los han ignorado sistemáticamente, son la replicación de los trabajos del equipo de Henry Lai del laboratorio de investigación en bioelectromagnetismo (Departamento de bioingeniería de la Universidad de Washington), que lleva publicando esto mismo desde hace cerca de 10 años, cuando el despliegue de la telefonía móvil se encontraba en sus albores.
Una consecuencia directa de los resultados de “REFLEX” es que deja obsoleta la Recomendación europea (1999/519/CE) asumida dócilmente por nuestra legislación, que adoptó los niveles recomendados por el ICNIRP (International Commission on Non-Ionizing Radiation Protection) -sospechoso por su buena relación con la industria desde hace años- y demuestran, por enésima vez, los efectos no térmicos de las radiaciones electromagnéticas. Por esta razón no nos extraña tampoco que, como publica “El Mundo” (22/12/04), los numerosos científicos que han participado en el Proyecto denuncien públicamente que la UE ha dejado de financiar los estudios sobre las radiaciones de los móviles. Estos resultados dejan también en entredicho los mensajes publicitarios de las operadoras sobre la inocuidad de las antenas de telefonía y de los móviles que supuestamente eran seguros por emitir por debajo de los niveles autorizados.
Otro efecto de las microondas, investigado desde hace años, es el debilitamiento que provocan en la barrera hematoencefálica, permitiendo la entrada de sustancias perjudiciales en el cerebro. Los pioneros en su demostración fueron Oscar y Hawkins en 1977. Los mismos resultados fueron confirmados después por los equipos de Prato (1990), Persson (1997), Fritze (1997) y Töre (2001). “No podemos excluir que después de algunos decenios, una generación completa de usuarios pueda sufrir efectos negativos a una edad mediana” afirmó el Profesor L. Salford de la Universidad de Lund, Suecia (Febrero, 2003), tras publicar un estudio que dio la vuelta al mundo y demostró lo mismo una vez más.
Robert C. Kane en “Medical Hypotheses” (2004) propone una posible asociación entre la exposición fetal y neonatal a radiaciones electromagnéticas, su influencia en la barrera hematoencefálica y el incremento de la incidencia del autismo, que se ha multiplicado por 4 en los últimos años. Mientras tanto y ajenas a estos tecnicismos, en las maternidades de países “desarrollados”, madres convalecientes utilizan su móvil al lado de los recién nacidos para transmitir la feliz noticia a amigos y familiares.
A nivel internacional existe un creciente número de informes de expertos y organizaciones que desaconsejan el uso del teléfono móvil para los niños y adolescentes, como el Informe Stewart, Reino Unido (Abril, 2000), la Academia Alemana de Pediatría (Diciembre, 2000). Wolfram Koenig. Presidente del Bundesamt fur Strahlenschutz. (Organismo para la protección por radiaciones en Alemania) (Julio, 2001) o El Ministerio de medio ambiente de Bangladesh (Junio, 2002). El Comité Nacional Ruso para la Protección de las Radiaciones No Ionizantes (Septiembre, 2001) recomendó que los menores de 16 años y las mujeres embarazadas no deberían usar teléfonos móviles. Tampoco quienes padezcan enfermedades neurológicas o epilepsia. Explican además que la duración de las llamadas telefónicas debe limitarse a un máximo de 3 minutos, y que, después de realizar una, el usuario debería esperar un mínimo de 15 minutos antes de hacer otra y recomienda encarecidamente el uso de auriculares y sistemas de manos libres. El Ministerio de Sanidad ruso, al hacer suyas estas recomendaciones, mediante una orden que entró en vigor el 1 de junio de 2003, elevó la edad de los menores de 16 a 18 años.
También en España en la página web del Ministerio de Sanidad y Consumo dentro del informe “Campos electromagnéticos y salud pública” se recomienda “Promover un uso racional de los teléfonos móviles, particularmente en grupos de especial atención (niños, adolescentes o portadores de implantes activos, entre otros), con objeto de reducir exposiciones innecesarias a los Campos Electromagnéticos (CEM)”.
Ante el panorama descrito sorprenden las declaraciones del responsable del Servicio de Evaluación de Riesgos y Gestión de Alertas de la Agencia de Protección de la Salud que, refiriéndose recientemente a la preocupación social por los efectos de las radiaciones electromagnéticas, puso en duda la necesidad de que la Consejería de Sanidad tuviera que gestionar problema alguno de salud porque este era, a su entender, irreal, y lo único existente “es una percepción social, psicológica y subjetiva”.
Es preciso decir bien alto que, en función de la duración y el número de llamadas por día, la utilización del móvil por niños y adolescentes reduce sus habilidades sociales, favorece el aislamiento e incrementa el riesgo de depresión, pero además puede producir otros efectos, notificados en numerosos investigaciones, como dolor de cabeza, fatiga, Irritabilidad, pérdida de apetito, trastornos del sueño, dificultad de concentración, déficit de atención e hiperactividad, trastornos de la función motora y el tiempo de reacción, vértigos, tumores cerebrales y leucemia.
La realidad nos enseña que no se puede ir contra el progreso. La pregunta sería si una tecnología, desarrollada precipitadamente y con tantos riesgos, puede considerarse progreso. ¿Se estará dando prioridad al negocio disfrazado de “sociedad de la información”?. La auténtica sociedad de la información es la que comparte documentos y divulga conclusiones de estudios: es transparente; sin embargo en su promoción ha predominado hasta ahora la opacidad y el oscurantismo ¿Cómo es posible su desarrollo a golpe de “supresión de fondos para la investigación”, “jornadas a puesta cerrada”, o creando comisiones de telecomunicaciones en las que se impide la participación de los ciudadanos?. Informa la agencia “Reuters” que en Hong Kong, donde los consumidores hablan más tiempo por el móvil que los europeos, una compañía alemana llamada G-Hanz ha introducido un nuevo tipo de teléfono móvil que, según reivindica su propaganda, no emite radiación perjudicial. Eso habrá que verificarlo, pero la batalla de las multinacionales por la “inocuidad” de sus aparatos está servida. Se calcula que cerca de tres cuartas partes de los adultos y un 30% de los niños entre 10 y 13 años utilizan móvil. El director de la empresa australiana “Virgin” (Andy Mallinson) es partidario de que los niños de 10 años no deben tener móvil: “Nosotros tenemos una responsabilidad social de no vender o publicitar móviles para ellos” dijo recientemente. Tendremos que esperar a la decisión de las demás operadoras que, por lo que se ve, reaccionan antes que nuestras autoridades sanitarias estatales y autonómicas. De nuevo se constata que la economía es más importante que la salud y la adolescencia una etapa de riesgo que, de forma irresponsable, nuestra sociedad incrementa.
Alfonso Balmori.
Asociación Vallisoletana de Afectados por Antenas de Telecomunicaciones (AVVATE)"

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