TSUNAMIS. LA MUERTE QUE VINO DEL MAR
A LOS DOS MINUTOS DEL BRUTAL TERREMOTO DE ESCALA 9 DE ESTE SÁBADO, ¡¡A LOS DOS MINUTOS¡¡ EL SERVICIO DE EMERGENCIAS DE TSUNAMIS DE HAWAI LANZA UN AVISO INDICANDO QUE NO EXISTÍA PELIGRO PARA SU ZONA DE RESPONSABILIDAD, PERO QUE DESDE EL EPICENTRO SE GENERARÍA UN GRAN TSUNAMI. QUEDABAN AÚN DOS LARGAS HORAS O MÁS PARA QUE LAS OLAS ASESINAS SE ESTRELLASEN CONTRA LOS LITORALES DE LOS PUEBLOS DESTROZADOS.
Carlos Suárez Rodríguez, Doctor en Biología y miembro del Partido Verde Canario.
Mas de 30.000. Y sigue aumentando. Mientras Bush busca las armas de destrucción masiva en Irak, la Naturaleza nos ha enseñado su lado mas duro y cruel.
En pocas horas la devastación y la muerte se han cebado sobre miles de personas, sobre todo niños y mujeres, en 7 países del mundo. Y ha vuelto a ponernos frente a nuestro lado más oscuro. El de la insolidaridad. El de la diferencia entre mundos. El de los ricos, de los que prevén los tsunamis y las controlan frente al otro el que las sufre y las paga con su vida.
Todo el Océano Pacifico dispone de sensores contra tsunamis: es posible detectarlas en dos minutos y dar una alarma general a las zonas donde se desplazara en media hora o tres horas o seis horas. Las islas Hawai, las costas desde Alaska a California, los litorales de Japón y la costa oriental del Pacifico tienen programas educativos en las escuelas que permiten dirigir a la población mas afectada en caso de tsunami..
Lo han dicho los responsables de este sistema de alerta montado por EEUU desde 1965, a raiz de los desvastadores efectos de otra tsunami en Alaska: se podrían haber evitado miles de muertes si se hubiese avisado a la población.
A los dos minutos del brutal terremoto de escala 9 de este sábado, ¡¡a los dos minutos¡¡ el Servicio de emergencias de tsunamis de Hawai lanza un aviso indicando que no existía peligro para su zona de responsabilidad, pero que desde el epicentro se generaría un gran tsunami. Quedaban aún dos largas horas o más para que las olas asesinas se estrellasen contra los litorales de los pueblos destrozados..
Pero los responsables solo avisaron a las fuerzas navales americanas, a los consulados de EEUU y a las embajadas.
No tenían en su agenda de teléfonos a los gobiernos de los países que se iban a ver amenazados. Ahora, el Primer ministro australiano va a investigar si podía haberse hecho más para evitar la catástrofe, los responsables de la Protección Civil en Tailandia reclaman a su gobierno mayor inversión contra este tipo de desastre.
Hace 40 años que funciona este sistema de alerta, pero no está pensando para los que viven en la trastienda de este peculiar primer mundo.
La tecnología permite ser más felices. Pero solo a unos pocos. Permite vivir mas seguro. Pero solo a unos pocos. Permite mirar al mar con conocimiento y con seguridad. Pero solo a unos pocos. Estas Navidades de 2004 el mundo ha vuelto a verse en su espejo de siempre. La desigualdad sigue siendo la mayor arma para la injusticia. La globalización, ese fenómeno que uniformiza a todos en todas partes, no actúa por igual con todos. Discrimina. Sus beneficios, esas herramientas tecnológicas que permiten salvar niños y mujeres en Hawai o en California no lo aplica a los que ayer vimos en telediarios y periódicos llorando el dolor de sus seres perdidos.
Son la trastienda del primer mundo. Los que tiene que seguir soportando la desigual manera que tenemos los hombres, de distribuir nuestros recursos y nuestros conocimientos tecnológicos. Habrá que seguir luchando para conseguir que todos seamos iguales, que los derechos de unos no sean un estigma para otros, que donde quiera que un peligro o desastre natural aceche a los hombres, los otros hombres , los del primer mundo, sigamos luchando para conseguir un mundo más justo y solidario.
Mas información:
VER WEB
Carlos Suárez Rodríguez, Doctor en Biología y miembro del Partido Verde Canario.
Mas de 30.000. Y sigue aumentando. Mientras Bush busca las armas de destrucción masiva en Irak, la Naturaleza nos ha enseñado su lado mas duro y cruel.
En pocas horas la devastación y la muerte se han cebado sobre miles de personas, sobre todo niños y mujeres, en 7 países del mundo. Y ha vuelto a ponernos frente a nuestro lado más oscuro. El de la insolidaridad. El de la diferencia entre mundos. El de los ricos, de los que prevén los tsunamis y las controlan frente al otro el que las sufre y las paga con su vida.
Todo el Océano Pacifico dispone de sensores contra tsunamis: es posible detectarlas en dos minutos y dar una alarma general a las zonas donde se desplazara en media hora o tres horas o seis horas. Las islas Hawai, las costas desde Alaska a California, los litorales de Japón y la costa oriental del Pacifico tienen programas educativos en las escuelas que permiten dirigir a la población mas afectada en caso de tsunami..
Lo han dicho los responsables de este sistema de alerta montado por EEUU desde 1965, a raiz de los desvastadores efectos de otra tsunami en Alaska: se podrían haber evitado miles de muertes si se hubiese avisado a la población.
A los dos minutos del brutal terremoto de escala 9 de este sábado, ¡¡a los dos minutos¡¡ el Servicio de emergencias de tsunamis de Hawai lanza un aviso indicando que no existía peligro para su zona de responsabilidad, pero que desde el epicentro se generaría un gran tsunami. Quedaban aún dos largas horas o más para que las olas asesinas se estrellasen contra los litorales de los pueblos destrozados..
Pero los responsables solo avisaron a las fuerzas navales americanas, a los consulados de EEUU y a las embajadas.
No tenían en su agenda de teléfonos a los gobiernos de los países que se iban a ver amenazados. Ahora, el Primer ministro australiano va a investigar si podía haberse hecho más para evitar la catástrofe, los responsables de la Protección Civil en Tailandia reclaman a su gobierno mayor inversión contra este tipo de desastre.
Hace 40 años que funciona este sistema de alerta, pero no está pensando para los que viven en la trastienda de este peculiar primer mundo.
La tecnología permite ser más felices. Pero solo a unos pocos. Permite vivir mas seguro. Pero solo a unos pocos. Permite mirar al mar con conocimiento y con seguridad. Pero solo a unos pocos. Estas Navidades de 2004 el mundo ha vuelto a verse en su espejo de siempre. La desigualdad sigue siendo la mayor arma para la injusticia. La globalización, ese fenómeno que uniformiza a todos en todas partes, no actúa por igual con todos. Discrimina. Sus beneficios, esas herramientas tecnológicas que permiten salvar niños y mujeres en Hawai o en California no lo aplica a los que ayer vimos en telediarios y periódicos llorando el dolor de sus seres perdidos.
Son la trastienda del primer mundo. Los que tiene que seguir soportando la desigual manera que tenemos los hombres, de distribuir nuestros recursos y nuestros conocimientos tecnológicos. Habrá que seguir luchando para conseguir que todos seamos iguales, que los derechos de unos no sean un estigma para otros, que donde quiera que un peligro o desastre natural aceche a los hombres, los otros hombres , los del primer mundo, sigamos luchando para conseguir un mundo más justo y solidario.
Mas información:
VER WEB
1 comentario
melina -
Carlos Suárez Rodríguez, Doctor en Biología y miembro del Partido Verde Canario.
Mas de 30.000. Y sigue aumentando. Mientras Bush busca las armas de destrucción masiva en Irak, la Naturaleza nos ha enseñado su lado mas duro y cruel.
En pocas horas la devastación y la muerte se han cebado sobre miles de personas, sobre todo niños y mujeres, en 7 países del mundo. Y ha vuelto a ponernos frente a nuestro lado más oscuro. El de la insolidaridad. El de la diferencia entre mundos. El de los ricos, de los que prevén los tsunamis y las controlan frente al otro el que las sufre y las paga con su vida.
Todo el Océano Pacifico dispone de sensores contra tsunamis: es posible detectarlas en dos minutos y dar una alarma general a las zonas donde se desplazara en media hora o tres horas o seis horas. Las islas Hawai, las costas desde Alaska a California, los litorales de Japón y la costa oriental del Pacifico tienen programas educativos en las escuelas que permiten dirigir a la población mas afectada en caso de tsunami..
Lo han dicho los responsables de este sistema de alerta montado por EEUU desde 1965, a raiz de los desvastadores efectos de otra tsunami en Alaska: se podrían haber evitado miles de muertes si se hubiese avisado a la población.
A los dos minutos del brutal terremoto de escala 9 de este sábado, ¡¡a los dos minutos¡¡ el Servicio de emergencias de tsunamis de Hawai lanza un aviso indicando que no existía peligro para su zona de responsabilidad, pero que desde el epicentro se generaría un gran tsunami. Quedaban aún dos largas horas o más para que las olas asesinas se estrellasen contra los litorales de los pueblos destrozados..
Pero los responsables solo avisaron a las fuerzas navales americanas, a los consulados de EEUU y a las embajadas.
No tenían en su agenda de teléfonos a los gobiernos de los países que se iban a ver amenazados. Ahora, el Primer ministro australiano va a investigar si podía haberse hecho más para evitar la catástrofe, los responsables de la Protección Civil en Tailandia reclaman a su gobierno mayor inversión contra este tipo de desastre.
Hace 40 años que funciona este sistema de alerta, pero no está pensando para los que viven en la trastienda de este peculiar primer mundo.
La tecnología permite ser más felices. Pero solo a unos pocos. Permite vivir mas seguro. Pero solo a unos pocos. Permite mirar al mar con conocimiento y con seguridad. Pero solo a unos pocos. Estas Navidades de 2004 el mundo ha vuelto a verse en su espejo de siempre. La desigualdad sigue siendo la mayor arma para la injusticia. La globalización, ese fenómeno que uniformiza a todos en todas partes, no actúa por igual con todos. Discrimina. Sus beneficios, esas herramientas tecnológicas que permiten salvar niños y mujeres en Hawai o en California no lo aplica a los que ayer vimos en telediarios y periódicos llorando el dolor de sus seres perdidos.
Son la trastienda del primer mundo. Los que tiene que seguir soportando la desigual manera que tenemos los hombres, de distribuir nuestros recursos y nuestros conocimientos tecnológicos. Habrá que seguir luchando para conseguir que todos seamos iguales, que los derechos de unos no sean un estigma para otros, que donde quiera que un peligro o desastre natural aceche a los hombres, los otros hombres , los del primer mundo, sigamos luchando para conseguir un mundo más justo y solidario.